Un nigeriano procedente de Turquía murió el sábado en el aeropuerto madrileño de Barajas tras permanecer casi una hora en el suelo de la terminal sin ser atendido por temor a que estuviera infectado de ébola. Lo que sufría en realidad era las consecuencias de una bola de cocaína que se había roto en su estómago.
El pasado sábado 18, hacia las 17:00 horas, un pasajero negro llegaba en un vuelo desde Turquía y tras pasar la aduana se desplomaba temblando en el suelo. Así estuvo 50 minutos sin que nadie le atendiera. Temiendo que sufriera ébola, el servicio sanitario de Barajas activó el protocolo correspondiente. Dos horas después, el hombre moría en el aeropuerto.
El fallecido estuvo sin ser atendido, a la espera de que llegase un equipo especializado en enfermedades infecto-contagiosas. Es un servicio del Ministerio de Sanidad que está preparado para atender este tipo de situaciones.
En Barajas, hay un médico y una ATS, de lunes a viernes todas las mañanas. Por las tardes y los fines de semana el servicio lo cubren un médico y una ATS de guardia que pueden estar donde quieran, pero localizables.
El equipo especializado llegó al aeropuerto 50 minutos después de haber sido avisado, y durante ese tiempo nadie tocó a la víctima por miedo a contagiarse. Su vida se podría haber salvado con una rápida intervención quirúrgica para retirar de su organismo los restos de la droga.
La Guardia Civil contactó con la pareja del nigeriano, quien afirmó que el fallecido llevaba cuatro años sin ir a Nigeria, que son de Alcalá de Henares y que padece epilepsia. El equipo médico, tras percatarse de que no había ningún indicio de que sufriera ébola, ordenó su traslado a un hospital. Pero ya era tarde. A las 18:55 moría en el aeropuerto.
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