NI DE DERECHAS NI DE IZQUIERDAS: FIN DE LAS IDEAS.
Cuando la Unión Soviética se derrumbó,
Francis Fukuyama ya decretó el fin de la historia y de las ideologías:
según este pensador neoliberal había sucumbido para siempre cualquier
pequeño rastro de socialismo y había triunfado por goleada el
capitalismo eterno, lo que él llamaba la "cultura occidental de consumo". Lo remató con la siguiente frase lapidaria: "El clavo final en el atáud de la alternativa marxista-leninista" dado
por la democracia liberal.
Cada cual puede sacar sus propias
conclusiones de lo que ha ocurrido en el mundo desde entonces,
especialmente en la última década con la explosión incontrolada de la
especulación financiera y sus efectos y secuelas en la vida de los
pueblos. Yo saco unas conclusiones elementales basándome sólo en dos
aspectos de la realidad mundial: el primero, la explosión continuada de
guerras de saqueo económico y de dominio geopolítico, paralelo a la
creación permanente de movimientos terroristas vinculados a integrismos
religiosos por parte de los que las han potenciado, impulsado,
financiado y armado desde Afganistán a Siria, pasando por Iraq, Libia,
Libano, Gaza, Centro África o Malí; y el segundo, la drástica reducción
de derechos sociales y laborales en el conjunto del mundo más
desarrollado economicamente.
En consecuencia, lo que sucede en torno al consignazo "ni de derechas ni de izquierdas" merece algún análisis elemental y, antes de ello, ver unas premisas para enfocar el asunto.
El PP es de derechas por su origen,
ideología y política; el PSOE, sin identificarse como derecha, es de
derechas ya que en las últimas décadas hace una política de derechas
aunque tenga un voto mayoritariamente obrero y popular. ¿Por qué podemos
situar en la derecha a los dos partidos y a sus socios nacionalistas
recurrentes y necesarios para aprobar y aplicar políticas de derechas?
Sencillamente, porque los dos tienen como doctrina el sistema
capitalista y aceptan plenamente las tesis de Fukuyama, a pesar de que
el sistema capitalista continúa basándose en la apropiación de los
bienes y la plusvalía de todos los trabajadores y trabajadoras por una
clase, la explotadora, que es un sector numericamente ínfimo de la
sociedad.
Y ante ello, o la sociedad trabajadora se entrega al sistema, o
lucha y plantea la contradicción de clases, algo que no es ni antiguo
ni moderno, sino real. Últimamente está de moda gritar "hay que tomar el poder". Y que para ello, es necesario un discurso transversal, de centralidad, "ni de derechas ni de izquierdas".
Y
pregunto, ¿tomar el poder, para qué? El PP dice ser el centro-derecha y
el PSOE el centro-izquierda. Una centralidad pactada en la práctica
politica cotidiana, un centro que es el punto de encuentro de los
extremos. Ya José Antonio Primo de Rivera creo una organización, la
falange, que no era de derechas ni de izquierdas, según decía, pero que
no vaciló en sumarse a la ultraderecha económica y política y al golpe
de estado de Franco contra la IIª República.
En diversos países europeos
esta filosofía impulsa y fortalece movimientos de extrema derecha.
La derecha siempre ha sido y será capitalista; la izquierda no puede ser otra cosa que anticapitalista y socialista porque el sistema capitalista, como muy bien decía Rosa Luxemburgo, es barbarie, no porque las personas que lo dirigen sean especialmente bárbaras, sino porque el sistema de apropiación privada de la riqueza, como señalé antes, así lo exige. Y ser de izquierdas significa ser socialistas porque rechazamos y luchamos contra el capitalismo, porque creemos en la solidaridad entre los seres humanos y los pueblos, porque rechazamos la opresión de clase de los grandes poderes financieros privados e incontrolados de las grandes corporaciones.
Yo no creo en aquellos que apoyan y votan a los
representantes del capitalismo creyendo que este es bueno en lo
fundamental pero tiene que mejorar para poder "arreglar lo mío". Es una concepción entreguista de una clase media consumista. Si
repasamos la historia, constatamos que el modernismo, en el marco del
capitalismo de la época, trajo al mundo revoluciones políticas,
ideológicas, artísticas, científicas y técnicas. Incluso, después de la
IIª Gran Guerra, a causa del papel que las clases trabajadoras y
populares jugaron en la derrota del nazi-fascismo, se podría hablar de
un capitalismo "dulce", menos asilvestrado, en Europa y en
los países occidentales, no así en las colonias que continuaban siendo
saqueadas.
El postmodernismo, etapa en la cual estamos, sólo trae las
llamadas "revoluciones tecnológicas" y el oscurantismo
ideológico, acompañado de contrarrevoluciones de colores, primaveras de
olores y sabores, todas ellas preparadas, conducidas e impulsadas por
los dirigentes económicos y políticos norteamericanos y socios, lo que
motivó al Presidente revolucionario Hugo Chávez, en la Asamblea de la
ONU de 2006, a exclamar: "Ayer estuvo el diablo aquí. En este lugar aún huele a azúfre", refiriéndose a la intervención en la tribuna de George Bush.
A modo de conclusión: No es lo mismo decir "ni de derechas ni de izquierdas", o que ahora el problema prioritario no es la división Izquierda-derecha, que decir soy de izquierdas, soy comunista, y defiendo una política en defensa de todos y todas los y las que viven de su fuerza de trabajo (trabajadores y clases populares), voten lo que voten o estén afiliados al partido que quieran.
La izquierda, y los comunistas en ella, no
defendemos los intereses de una porción de militantes y votantes, sino
los intereses básicos y la dignidad de todas las personas y pueblos. La
emancipación de las personas y pueblos sólo vendrá cuando la mayoría nos
unamos para luchar y vencer al neoliberalismo belicista y depredador
que nos asfixia y, entonces sí, tomar el poder para un verdadero cambio
social en el camino de construir una sociedad socialista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION