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lunes, 19 de enero de 2015

"CHARLIE HEBDO": TERRORISMO - ESPECTÁCULO


Quienes han señalado las similitudes del ataque contra la revista "Charlie Hebdo" con los atentados del 11-S en Nueva York no andan desacertados en lo principal: el impacto que este golpe ha supuesto para un país que se creía seguro y protegido. Sin el añadido de las dramáticas imágenes emitidas por todos los canales de comunicación el "shock" orquestado no habría tenido la misma fuerza. Esa es la razón por la que la veracidad de dichas imágenes debe ser evaluada.

Charlie Hebdo: La Agenda Oculta Expuesta






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Los terroristas detienen su vehículo sobre una marca de las
que indican en los rodajes la posición de cámara. 
Existen indicios que apuntan a que el video del ataque a la revista "Charlie Hebdo" responde a una escenificación cinematográfica, lo que sumado a una serie de incoherencias apunta a un fraude de proporciones colosales: los supuestos autores controlados por la policía, el DNI olvidado en el coche, las facilidades con que operaron los autores, ... un cúmulo de inverosimilitudes tales que son difíciles de atribuir a la casualidad.

Ahora bien, existe una realidad que no se nos ha mostrado (ni hay razón informativa para ello, añado), la masacre en la redacción del diario satírico, y una supuesta realidad que se nos pone ante los ojos pese a su dudosa autenticidad, el brutal asesinato de un agente de la ley que, como en un dramático giro de guión, resulta ser musulmán. Si el guionista es el destino, su juego es desconcertante (aunque en un país con un elevado porcentaje de población musulmana como Francia tampoco es estadísticamente improbable lo que se nos cuenta). El nombre de la víctima es Ahmed Mehrabet, pero, pese a su condición de policía, el perfil de su "Facebook" le presenta como "empresario".

Ya me referí a lo improbable de un disparo a bocajarro sin retroceso del arma (el Kalasnikov es un fusil en que ese detalle es muy marcado), expulsión de vaina "muerta" (al menos visible), ausencia de conmoción en el cuerpo supuestamente impactado e inexistencia de un charco de sangre ni en el momento del disparo ni posteriormente. Numerosos comentarios a aquella información incidieron en que los dos últimos factores podían ser explicables, aunque la sangre no está acreditada en el lugar de los hechos hasta el dia siguiente, momento en que un reportero de Sky News dice textualmente y en directo "la sangre que ha sido puesta allí para ...", momento en que se interrumpe sorprendido de su propio "lapsus linguae" y corrige: "la sangre que fue derramada ayer en este lugar". ¿Un poco traído por los pelos? Ciertamente, pero aún  no siendo concluyente, tenemos otra "casualidad" de las que se acumulan en el caso.

Lo que no se ha dicho aún en los medios oficiales, y de hecho yo mismo no hubiera investigado sin la colosal metedura de pata de "Veterans Today" negando que el video se hubiera filmado en París, es que éste se graba -en París, sin ningún género de dudas- desde dos emplazamientos de cámara diferentes, algo sumamente extraño, puesto que el autor ha tenido poco menos que "volar" para pasar de un tejado a otro -cruzando además el Boulevard Richard Lenoir-, a no ser que al grito de "Corten" se haya tomado su tiempo.

Hay cortes en la grabación, lo cual sugiere al menos tres tomas: la primera, en la que parece que agentes de la policía despejan la calle como si quisieran dejar campo libre a los terroristas, la segunda, en que aparecen éstos disparando y la tercera, desde otra azotea a menor altura, con la "ejecución" de Mehrabet y la vuelta de los asesinos al coche.

Esta última imagen revela en un vistazo atento otro elemento de puesta en escena que pasa desapercibido a quien no esté familiarizado con el rodaje publicitario y cinematográfico: una marca de cinta en el asfalto señala el punto en que está detenido el Citroen que usan los terroristas para escapar.

Es el enésimo detalle incomprensible de todo el cúmulo señalado. El video, que se difunde horas después del atentado, ha sido editado. Sin embargo, cuando empieza a ser objeto de análisis escépticos en Internet va siendo retirado de todos los servidores, al extremo de que he tenido que reponerlo ya cuatro veces en la entrada "Algo no encaja en el atentado de París".

En la era del espectáculo, aquello que no alcanza un rotundo impacto mediático sencillamente no existe. No existe para el imaginario colectivo, entiéndase. Como dice la canción de U2 "Los hechos son ficción y la televisión realidad". Los atentados de París (17 víctimas) han acaparado una atención incomparablemente mayor que las salvajadas de Boko Haram en Nigeria (2000 víctimas en la misma semana), que nos pillan lejos y de las que no tenemos imágenes ("Ojos que no ven ..."). Administramos nuestro horror privilegiando lo inmediato, que en este caso es lo que hemos visto, puesto que quienes nos niegan otras imágenes lo han puesto ante nuestros ojos.

Y aquí es donde hay que preguntarse quién le está haciendo el favor a los asesinos y por qué. Si el fin del terrorismo no es matar, sino aterrorizar, el éxito de quienes masacraron a un plantel de dibujantes pasa por el uso de los medios de comunicación al servicio de la publicidad que supone la amplificación que aquéllos les brindan. Algo tan previsible que exige una cierta "puesta en escena" que evidencian tantos detalles que sumados invitan a la sospecha.

Los que somos tachados de "delirantes", "conspiranoicos" o "anti-sistema", obligados a afinar nuestros análisis de un modo que no se exige a los medios asentados -en nada inmunes a la metedura de pata, por cierto- hemos venido señalando inverosimilitud tras inverosimilitud en el relato que se nos ha hecho de lo sucedido. No voy a insistir en esta línea, puesto que existen numerosas entradas previas del blog que el lector puede consultar.

Tan solo vengo a decir que si sospechamos de la colaboración de los servicios secretos en esta atrocidad, ya sea ejecutándola para desviar luego las culpas al yihadismo, ya sea permitiéndola bajo condiciones de control merced a los avisos previos que facilitaron desde Argelia hasta Rusia -en una avalancha de advertencias tan nutrida que hasta el atrabiliario, pero atento, Luis Carlos Campos anunció lo que iba a ocurrir, citando al MI-6 británico como su fuente-, esa colaboración tiene su más obvia plasmación en la grabación de unas imágenes que en sí mismas constituyen el núcleo mediático de lo sucedido.

Tanto si el atentado fue grabado simultáneamente a su ejecución o si la grabación en vídeo fue una puesta en escena al estilo del autoatentado de la maratón de Boston no hay elementos concluyentes para deducirlo. Lo que sí podemos tener por demostrado es que los medios han colaborado, y mucho, en el éxito de la estrategia del terror, amplificando su impacto superficial en vez de hacer luz en las confusas circunstancias de su realización.

Claro, que hay verdades que no son ni tan accesibles ni tan vendibles como lo son los simplistas relatos que el poder político respalda.

Y es que, como siempre acaba por ocurrir, este atentado, convenientemente instrumentalizado, viene a servir a la estrategia del Sistema con una precisión que hace dudar de que su encaje sea casual.


P.D.: Permítaseme un símil que resultará chocante en un principio por lo ajeno del contexto. Cuando en 1854 la bula "Inefabilis Deus" proclamó la inmaculada concepción de la Virgen María, lo hizo tras intensos debates teológicos en los que se tomó por argumento concluyente el silogismo de un devoto cardenal que razonó "Dios pudo y quiso, por tanto lo hizo (liberar del pecado a María)".

A mi entendimiento se le escapa por completo lo que Dios quiere o deja de querer, pero las motivaciones del poder político me son, en comparación, bastante más transparentes. El miedo crea cohexión, paraliza el análisis racional, desdibuja los matices y distrae de lo esencial. Y si la argumentación del teólogo decimonónico es válida, su trasposición al caso que nos ocupa es sencilla: "el poder político pudo (tiene los medios a su alcance) y quiso (le beneficia en sus intereses), por tanto ..."



 





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