En
el año 1879, Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María descubren las
pinturas de las cuevas de Altamira. Unos meses antes, Pablo Iglesias
funda el Partido Socialista Obrero Español.
Desde entonces, Altamira y el PSOE han seguido caminos paralelos.
Nuestro colaborador Antonio Rico explica perfectamente la situación de
este PSOE en esta columna, publicada originalmente en el Mongolia de
abril 2013
Altamira se abrió en 1917 al público en general, y no sólo a los estudiosos. El PSOE, que nació como partido de clase, también se abrió al público en general, y no sólo a la clase trabajadora. Por eso un banquero y un minero podían disfrutar de las pinturas y grabados de Altamira y, a la vez, ser militantes del PSOE. Hubo un tiempo en que nadie se habría sorprendido al ver a Mario Conde haciendo cola el martes para visitar Altamira y guardando cola el miércoles para sacar el carné del PSOE.
Ahora Mario Conde es una especie de Diógenes vuelto del revés que escribe libros tan patéticos como su peinado, funda partidos políticos tan influyentes como una profecía de Nostradamus en la segunda ley de la termodinámica y patrocina cadenas televisivas de ultraderecha, pero antes de la decadencia y caída del imperio de Banesto a nadie habría extrañado ver a Mario Conde en el Congreso como diputado del PSOE.
El éxito de Altamira provocó su cierre. Los miles de visitantes que todos los años entraban en la cueva para admirar las hermosas pinturas y grabados hicieron peligrar el microclima de Altamira y la conservación de las pinturas. Del mismo modo, los miles de banqueros, chorizos, trepas, pijos y tibios que llenaron la panza del PSOE alteraron el microclima ético, político y estético del partido fundado por Pablo Iglesias y la conservación del marxismo y de la lucha de clases.
Para salvar Altamira, se decidió construir una réplica de la cueva, la Neocueva, donde se reprodujeron fielmente las pinturas originales. Esta Neocueva recibe cada año miles de visitas, pero no es la original. Para salvar el PSOE, el 28o Congreso del partido decidió construir una réplica del PSOE, el Neopsoe, que reproduce fielmente los retratos de Pablo Iglesias en los despachos y los viejos símbolos y gestos en los mítines.
Este Neopsoe recibe en las elecciones generales miles de votos, pero no es el PSOE original. Con la ayuda de la moderna tecnología, la Neocueva muestra cómo era Altamira en el paleolítico superior. Con la ayuda de los bancos y la defensa de la economía de libre mercado, el Neopsoe muestra cómo un partido que lleva en su nombre la palabra “socialista” puede ganar unas elecciones.
Altamira tuvo que cerrar sus puertas para seguir siendo Altamira. Pero el PSOE cerró sus puertas al marxismo no para salvar al PSOE, sino para convertir al PSOE en una máquina de ganar y perder elecciones. Pasear por la Neocueva y ver las réplicas de las pinturas paleolíticas (las auténticas) produce una mezcla de emoción y tristeza.
Pasear por el Neopsoe y ver las réplicas del socialismo paleolítico (el auténtico) produce una mezcla de rabia y asquito.
El Neopsoe durará más que la Neocueva, pero Altamira sobrevivirá al PSOE.
ANTONIO RICO
http://www.revistamongolia.com/noticias/altamira-y-el-psoe-por-antonio-rico
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