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miércoles, 7 de octubre de 2015

La falacia del mesías y la “ventana de oportunidad”

En el ámbito de la psicología del desarrollo, una ventana de oportunidad es un periodo en el que se le abren al sujeto los plazos para adquirir una destreza o habilidad, tanto física como cognitiva. Una vez cerrada la ventana, el sujeto queda condenado a no adquirir, o a adquirir con mucho más esfuerzo y nunca completamente, la habilidad o destreza de que se trate. Hoy sabemos que en lo que tiene que ver con el desarrollo humano, no existen ventanas de oportunidad en un sentido tajante, sino periodos óptimos para el alcance de los distintos hitos del desarrollo. Por eso debe extrañarnos que se rescate ahora para la política un concepto que prácticamente está superado. Aprovechar las oportunidades ayuda al desarrollo, pero el mundo no empieza ni termina en las ventanas de oportunidad, como todo el mundo bien informado sabe.
 

Sin embargo, la retórica del cambio se acompaña a menudo de conceptos más o menos pedantes. La “irradiación de hegemonía”, la “centralidad del tablero” y , más recientemente, la teoría de la “ventana de oportunidad” han caído desde las cátedras (metafóricas) para enrarecer verbalmente los procesos de convergencia. Todos ellos conceptos que desde el “núcleo irradiador” del ámbito académico que compone la cúpula de PODEMOS pretenden justificar tacticismos y operaciones electorales en ocasiones contradictorias. Tanto es así, que aparecen ad hoc en cada nueva fase del proceso, como traídos de la nada, pero con un encaje perfecto en las aspiraciones de la cúpula. No se trata de articular políticamente la ideología, sino de construir ex profeso un entramado ideológico que sujete los intereses de partido, en este caso, la desaparición de las organizaciones de izquierdas.
 

En mi opinión, la utilización del concepto de ventana de oportunidad, fundamentalmente usado por Monereo y los suyos, es falaz. Si algo nos ha enseñado la historia es que el cambio social es un proceso. Ninguna ruptura abrupta desde el tacticismo ha propiciado más que una simple sustitución de piezas sobre el mismo tablero. Cuando Monereo y otros hablan de aprovechar la ventana de oportunidad que se abre en las próximas elecciones generales, justificando así la absorción de las organizaciones de izquierda por parte de PODEMOS, en realidad hablan de un cambio de actores para el mismo guión. Un cierre en falso que se llevará por delante el proceso de cambio y que sólo servirá a los intereses personales de los oportunistas. Porque una cosa hay que reconocerle a Monereo, y es lo acertado del nombre de su “teoría” si con ella nos referimos al riesgo de oportunismo, que no sé si será otra forma de infantilismo de la izquierda, pero que desde luego es un enemigo del cambio social.
 

Pero, además, la teoría de la ventana de oportunidad está inevitablemente ligada a la teoría del mesías. Sólo desde el convencimiento de la llegada de un salvador puede entenderse una convocatoria electoral como un juicio final en el que todo el periodo de crisis será juzgado y redimido. Sólo desde el “todo o nada” planteado por PODEMOS y cacareado por sus fieles con ese giro retórico de “el cambio es ahora”, puede defenderse la renuncia cristiana a los valores propios para el sometimiento y la obediencia a la doctrina de su iglesia. “Fuera de PODEMOS no hay salvación”, un buen eslogan para la próxima campaña.
 

No estoy de acuerdo con Monereo y sus fieles en que el mundo empiece o termine el 20 de Diciembre, porque el cambio no es un hito sino un proceso. Si gana la derecha, continúa una etapa dura en la que habrá que aplicarse en la defensa de los derechos y en la recuperación del espacio perdido, pero no vamos a morir todos. Y si gana PODEMOS, cosa improbable, no nos levantaremos de la cama el 21 de Diciembre con nuestros problemas resueltos y un boleto de lotería premiado para el día 22. Tendremos que seguir peleando para hacer cumplir promesas y “sueños” electorales a los tacticistas que, ¿por qué iban a dejar de renunciar a los valores para conservar a su electorado una vez en el gobierno?
 

El cambio no funciona así. Por eso, y por encima de todo, el reto es conservar y fortalecer los instrumentos del cambio social, aquellos que pueden tener utilidad en el larguísimo proceso de cambio estructural que necesita este país. Mientras, que otros asalten el reino de los cielos. Amén.


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