En el ámbito de la psicología del desarrollo, una ventana de
oportunidad es un periodo en el que se le abren al sujeto los plazos
para adquirir una destreza o habilidad, tanto física como cognitiva.
Una vez cerrada la ventana, el sujeto queda condenado a no adquirir,
o a adquirir con mucho más esfuerzo y nunca completamente, la
habilidad o destreza de que se trate. Hoy sabemos que en lo que tiene
que ver con el desarrollo humano, no existen ventanas de oportunidad
en un sentido tajante, sino periodos óptimos para el alcance de los
distintos hitos del desarrollo. Por eso debe extrañarnos que se
rescate ahora para la política un concepto que prácticamente está
superado. Aprovechar las oportunidades ayuda al desarrollo, pero el
mundo no empieza ni termina en las ventanas de oportunidad, como todo
el mundo bien informado sabe.
Sin
embargo, la retórica del cambio se acompaña a menudo de conceptos
más o menos pedantes. La “irradiación de hegemonía”, la
“centralidad del tablero” y , más recientemente, la teoría de
la “ventana de oportunidad” han caído desde las cátedras
(metafóricas) para enrarecer verbalmente los procesos de
convergencia. Todos ellos conceptos que desde el “núcleo
irradiador” del ámbito académico que compone la cúpula de
PODEMOS pretenden justificar tacticismos y operaciones electorales en
ocasiones contradictorias. Tanto es así, que aparecen ad
hoc en cada nueva fase del
proceso, como traídos de la nada, pero con un encaje perfecto en las
aspiraciones de la cúpula. No se trata de articular políticamente
la ideología, sino de construir ex profeso un
entramado ideológico que sujete los intereses de partido, en este
caso, la desaparición de las organizaciones de izquierdas.
En mi opinión, la utilización del concepto de ventana de
oportunidad, fundamentalmente usado por Monereo y los suyos, es
falaz. Si algo nos ha enseñado la historia es que el cambio social
es un proceso. Ninguna ruptura abrupta desde el tacticismo ha
propiciado más que una simple sustitución de piezas sobre el mismo
tablero. Cuando Monereo y otros hablan de aprovechar la ventana de
oportunidad que se abre en las próximas elecciones generales,
justificando así la absorción de las organizaciones de izquierda
por parte de PODEMOS, en realidad hablan de un cambio de actores para
el mismo guión. Un cierre en falso que se llevará por delante el
proceso de cambio y que sólo servirá a los intereses personales de
los oportunistas. Porque una cosa hay que reconocerle a Monereo, y es
lo acertado del nombre de su “teoría” si con ella nos referimos
al riesgo de oportunismo, que no sé si será otra forma de
infantilismo de la izquierda, pero que desde luego es un enemigo del
cambio social.
Pero, además, la teoría de la ventana de oportunidad está
inevitablemente ligada a la teoría del mesías. Sólo desde el
convencimiento de la llegada de un salvador puede entenderse una
convocatoria electoral como un juicio final en el que todo el periodo
de crisis será juzgado y redimido. Sólo desde el “todo o nada”
planteado por PODEMOS y cacareado por sus fieles con ese giro
retórico de “el cambio es ahora”, puede defenderse la renuncia
cristiana a los valores propios para el sometimiento y la obediencia
a la doctrina de su iglesia. “Fuera de PODEMOS no hay salvación”,
un buen eslogan para la próxima campaña.
No estoy de acuerdo con Monereo y sus fieles en que el mundo empiece
o termine el 20 de Diciembre, porque el cambio no es un hito sino un
proceso. Si gana la derecha, continúa una etapa dura en la que habrá
que aplicarse en la defensa de los derechos y en la recuperación del
espacio perdido, pero no vamos a morir todos. Y si gana PODEMOS, cosa
improbable, no nos levantaremos de la cama el 21 de Diciembre con
nuestros problemas resueltos y un boleto de lotería premiado para el
día 22. Tendremos que seguir peleando para hacer cumplir promesas y
“sueños” electorales a los tacticistas que, ¿por qué iban a
dejar de renunciar a los valores para conservar a su electorado una
vez en el gobierno?
El cambio no funciona así. Por eso, y por encima de todo, el reto es
conservar y fortalecer los instrumentos del cambio social, aquellos
que pueden tener utilidad en el larguísimo proceso de cambio
estructural que necesita este país. Mientras, que otros asalten el
reino de los cielos. Amén.
Publicado Yesterday por Raúl Cordero Núñez
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