Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 12 de enero de 2016

Hará como una década, Mercadona llegó a perder en sus 38 establecimientos de Mallorca 10.000 carritos al año.



EL CARRITO



Hará como una década, Mercadona llegó a perder en sus 38 establecimientos de Mallorca 10.000 carritos al año. Según el Diario de Mallorca cada carrito cuesta entre 100 y 150 euros, así que la empresa creó un grupo especial de recogecarritos, cuyos integrantes recorrían las calles mallorquinas rescatando carritos secuestrados. Ya en 2011 había en Mallorca 16 empleados dedicados al tema.


Eran buenos tiempos, cuando la partida del duque Empalmado campeaba por el solar ibérico corona en mano asaltando diputaciones, ayuntamientos, cortijos y diligencias. Días de vino y rosas, de palacetes, besamanos reales, opulentos festines y cuentas en Belice. Aún no debíamos 1,4 billones de euros, pero íbamos por buen camino.


Ahí donde ustedes lo ven, un carrito de Mercadona no sirve solo para portear viandas, ajuares de indigentes, papel higiénico o expedientes policiales relacionados con casas reales europeas; sin la barra y las ruedas, puede venderse al peso y alcanzar los cuatro euros en el mercado negro, lo mismo que una hora de trabajo en base al salario mínimo interprofesional. Una actividad lucrativa digna de tener en cuenta. 


Los carritos de Mercadona, una vez sustraídos, son muy espontáneos y sociables, y vienen a uno sin procurarlos, como un regalo navideño, apareciendo en casas y oficinas sin avisar, como un Jaguar en un garaje, una cuenta en Suiza o una firma real en un documento incriminatorio, y según los buzos del puerto de Palma han sido encontrados hasta en yates, sin ser los dueños perroflautas bolivarianos ni fiscales de macrocausas.
 

A mí por lo general me inspira poco un carrito de Mercadona, pero el de la foto me ha despertado un no sé qué de nostalgia, ahí tirado en esa fría oficina, lejos de su casa, de su mendigo, de sus libertades más primarias, entre un fiscal y una bandera nacional, cargando en sus lomos el desprestigio, tal vez el destino, de toda una casa real europea, quizás el futuro de una nación que posiblemente ya no vuelva a ser la misma.
 

Me pregunto qué pensarán de todo esto los aguerridos valedores de la Marca España, los patriotas de golpe en pecho, temerosos de los cambios políticos, siempre esgrimiendo el miedo de los inversores, la fuga de confianza, el terror de los mercados…
 
 
 El mundo entero verá un juicio larguísimo y vergonzante del que saldrá victoriosa la impunidad. ¿Es este vodevil propio de una nación seria? ¿Qué dirán de este juicio los mercados? ¿Invertirán en un país donde la propia Casa Real está envuelta en escándalos de corrupción, donde la justicia parece una entelequia? ¿Se fiarán de nosotros? ¿No tendrán miedo y se llevarán su dinero a otra parte?
 
 
 
 Por supuesto que no, ponga la televisión si lo duda, ese cataclismo solo ocurrirá si usted decide cambiar las cosas y mandar a la mierda al bipartidismo.
 
 
 
 
 
 
 

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