Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 22 de marzo de 2017

Aviso a navegantes. Eduardo Inda como vector de transmisión



No son pocas las personas que se preguntan cómo es posible que un agente infeccioso como Eduardo Inda sea capaz de ocupar un espacio ubicuo en todos los grandes medios de comunicación de este país: desde los programas de presunta línea progresista a los de la caverna nacional-católica, y desde la difamación política a las tertulias futbolísticas. Y ello pese a ser, casi con total seguridad, el personaje que despierta mayor aversión de entre todo el generosísimo elenco mediático aborrecible.


Si este fuera un país normal, también cabría preguntarse, claro está, y vistos los pésimos datos de audiencia que van sumando poco a poco todos aquellos programas en los que él participa, qué tipo de obtuso está al frente de la política empresarial de esos medios. Pero esa pregunta no cabe, porque en este país no tenemos grandes medios de comunicación (ni privados ni públicos), sino un oligopolio de altavoces de propaganda que no tiene como finalidad el rendimiento económico, y que en cualquier caso se financia principalmente con dinero del Estado.
   

Dicho esto, ahora quedaría más claro por qué Eduardo Inda sigue ocupando su papel de protagonista en la deformación de la información. Pero el argumentario quedaría cojo. Falta la pieza fundamental del puzzle.


El ínclito pseudoperiodista está donde está, evidentemente, porque es una herramienta útil para una parte de la oligarquía nacional. Y entre sus funciones no solo cabe la de hacer de bufón difamador con acceso masivo al público, y mediante ese poder, desprestigiar todo aquello que pueda suponer un riesgo para los privilegios de sus mecenas, sino también, y esto es lo importante, la de actuar como correa de transmisión de advertencias (amenazas y chantajes) para otros poderes.


No ha sido casual que el muy monárquico Inda haya aireado (con el imprescindible apoyo entusiasta de las también muy monárquicas Mediaset y Atresmedia) intrascendentes intimidades inconfesables del rey emérito. Unos suaves trapos sucios que son solo una advertencia cauta a alguien que sigue mandando mucho, y que como ya hizo una vez (y así se lo recuerdan), puede influir decisivamente en favor de otros. Todo es cuestión de recordárselo.


Hasta ese punto llega el poder de los señores de este tipo de lacayos. Unos lacayos de segundo o primer orden que, como el excomisario Villarejo (excomisario que, si en esta ocasión va por libre, se está pasando de listo y jugando con fuego), se permiten llamar al orden con chulería incluso a los partidos y al propio Gobierno.


Una ‘suficiencia’ que se describe a la perfección en este párrafo del (más que recomendable) último artículo de Patricia López y Carlos Enrique Bayo en Público:


Sólo parece haber una explicación para tanta suficiencia, y es la misma que ya adelantamos hace poco en Público al desvelar que el comisario Villarejo dirige una policía paralela al servicio de multimillonarios, que forma parte de la trama de protección en la que también participan algunos fiscales y hasta magistrados. Algo que reconoció de su propia boca el exministro del Interior cuando le dijo a De Alfonso aquello de: “Esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión”.


Y ahora sí. Así sí se comprende no solo la profesionalmente injustificada presencia de Inda en los medios, sino también que ningún informativo esté prestando la atención que merece este último y absolutamente grave y vergonzoso affaire de la cloacas del Estado.


La casta y la trama. Los trapos sucios de un país que se descompone a espaldas de sus habitantes, pero que, como un zombi, y aunque podrido, sigue viviendo.


 Juan Carlos Monedero - Un rey entre el lobby y el chantaje



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Una ‘suficiencia’ que se describe a la perfección en este párrafo del (más que recomendable) último artículo de Patricia López y Carlos Enrique Bayo en Público:


Sólo parece haber una explicación para tanta suficiencia, y es la misma que ya adelantamos hace poco en Público al desvelar que el comisario Villarejo dirige una policía paralela al servicio de multimillonarios, que forma parte de la trama de protección en la que también participan algunos fiscales y hasta magistrados.


 Algo que reconoció de su propia boca el exministro del Interior cuando le dijo a De Alfonso aquello de: “Esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión”.


Y ahora sí. Así sí se comprende no solo la profesionalmente injustificada presencia de Inda en los medios, sino también que ningún informativo esté prestando la atención que merece este último y absolutamente grave y vergonzoso affaire de la cloacas del Estado.


La casta y la trama. Los trapos sucios de un país que se descompone a espaldas de sus habitantes, pero que, como un zombi, y aunque podrido, sigue viviendo.








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