El Independiente, La Sexta, un par de
radios para el lunes, y lo que te rondaré. Un tipo tan oscuro y
reservado durante cuarenta años como el comisario Villarejo, de repente
se convierte en la vedette de los medios, ¿por qué?
La explicación de primera lectura sería
decir que hay una guerra política y policial a nivel interno con un
montón de ramificaciones, y que como afectan de pleno al susodicho; a un
personaje que ha sido protagonista en la sombra de los casos más
controvertidos de ‘las cloacas del Estado’ durante el conocido como
periodo democrático, ha decidido aprovechar los medios (tan libres
ellos) para lanzar algunas advertencias y que así los advertidos pongan
remedio.
Y especialmente para que frenen su imputación por el
apuñalamiento de la doctora Pinto. Pero eso solo sería la punta del
iceberg.
En este país el sistema al completo está
de porquería hasta más allá de las orejas. Aquí, quizá por encima de lo
habitual en las ‘democracias’ occidentales, y por intereses que no
tienen nada que ver con la salvaguarda del sistema democrático o la
soberanía nacional, se ha coaccionado, chantajeado, estafado, torturado y
asesinado por orden del Estado.
Y no hay nadie que haya ocupado un alto
cargo que no esté salpicado de una u otra forma y contra el que unos y
otros no tenga pruebas cruzadas. Existe por tanto una omertá en toda
regla de la que nadie puede escapar sin salir malparado.
Ni siquiera
alguien como Villarejo, con tanto conocimiento de los rincones más
oscuros del sistema, pero que no pasa de peón en una partida que juegan
otros.
Hoy esa partida se está jugando fuerte
entre grupos de poder. Y sabiendo que hasta los reyes pueden sacrificar a
las reinas o las torres por no perder un alfil (bishop), qué no podrían
hacer con un pobre peón. ¿Por qué se le da entonces la posibilidad de
aparecer en el programa fetiche de la televisión?
El domingo millones de espectadores se
pegarán a la pantalla para ver qué pueden sacar en claro de esta
‘sorprendente’ comparecencia. El lunes lo dicho en el programa ocupará
espacio en todos los diarios, radios y tertulias televisivas y alcanzará
incluso a esa parte de la opinión pública que no quiso o pudo ver la
entrevista.
Pero la imagen de Villarejo ya no será la de ese comisario
que, más allá de los casos Veritas, GAL, Operación Cataluña, Emperador y
un largo etcétera casi desconocido para una gran parte de la población,
es conocido por estar acusado de apuñalar a una doctora por orden de un
íntimo de los reyes de España y yerno de la tercera fortuna del país.
El entorno se encargará de sembrar las dudas pertinentes, y opiniones
como las del muy reputado y querido (para los que no conocen sus
andanzas) juez Baltasar Garzón ayudarán a conseguir que broten con
fuerza.
Por lo demás nos quedaremos igual. No nos vamos a enterar de nada. Pero sí habrá quien reciba el mensaje y quien sí lo entienda.
Por nuestra parte lo que sí sería
importante a estas alturas es aprender a desconfiar de todo lo que tenga
relación con los círculos del poder, porque casi nada es casualidad, y
en ningún caso existe a esos niveles una lucha entre buenos y malos.
En
esta película no hay ‘buenos’. Tampoco es una casualidad que a un
programa o a un periodista se le concedan ciertas licencias en los
dominios del capital.
En cualquier caso dentro de una semana todo se habrá olvidado. O casi.
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