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viernes, 7 de julio de 2017

La farsa de Alsasua. Una riña de taberna que España convierte en un aten...

  

El 15 de octubre de 2016 a las cinco de la madrugada dos jóvenes agentes de la guardia civil (de paisano), teniente y sargento respectivamente, entran junto con sus parejas en un bar de ambiente político izquierdista y se produce una pelea. Como resultado uno de los agentes es hospitalizado con rotura de tobillo, y el resto es atendido por lesiones de menor gravedad.

A partir de aquí las versiones son contrapuestas. Hay quien asegura que los agentes, que estaban destinados desde hacía poco más de un año en la comandancia de la localidad, pero que ya se habían hecho notar entre la población con sus actuaciones, iban a esas horas ‘pasados de vueltas’ y provocaron la situación.


Hay quien sostiene que no hacían falta alforjas para ese viaje, y que con su sola presencia, en fiestas y a esas horas, el desenlace estaba escrito. En cualquier caso, ahí está el resultado y las leyes están para algo.

Pero la Ley no puede convertir un delito de lesiones, incluso si se quiere con agravante de odio (pero teniendo en cuenta el contexto), en un delito de terrorismo trufado de irregularidades manifiestas. Y tampoco el Estado español debe convertir la Fiscalía en un espantajo que acaba pidiendo 50 años de prisión para cada uno de los acusados.


 No solo es absolutamente desproporcionado, sino también inmoral y aberrante, y es el mejor ejemplo de que esta democracia es una pantomima. También es dar motivos de peso a quienes no quieren pertenecer a esta España que es la misma España negra de siempre.

Al respecto vale la pena escuchar al más que moderado alcalde de Alsasua, Javier Ollo


La farsa de Alsasua. Una riña de taberna que España convierte en un atentado terrorista.

Varios jóvenes del pueblo navarro de Alsasua son detenidos y enviados a la Audiencia Nacional española acusados de un "acto de terrorismo" al supuestamente agredir a dos guardias civiles de paisano en la taberna Koxka.


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Pero nadie puede ni debe perder de vista un escenario que se quiere desvincular de lo sucedido, y que no puede ser separado de lo que es un todo. Un todo en el que los culpables no suelen coincidir con quienes acaban encarcelados.


Y es que es muy fácil hablar de Euskal Herria para los que no hemos vivido nunca allí, o para los que habiendo vivido allí nunca han tenido intención de integrarse ni la tentación de abandonar los prejuicios inculcados por la ‘información’ que han difundido los medios españoles durante los últimos 80 años.


 También estaría bien saber qué percepción de la realidad tendría toda esa masa desinformada y condicionada si hubiera tenido que vivir la realidad que tuvieron que soportar los vascos, y que aún hoy perdura en parte.


Quizá leer el siguiente artículo de 1978, como un simple ejemplo de lo que seguiría ocurriendo años después, pueda ayudar a comprender por qué todavía no se tiene demasiado aprecio por las FCSE españolas en la CAV y Navarra, y por qué ciertas conductas, por más derecho legal que asista a cualquiera, pueden ser consideradas una provocación incluso sin que medie voluntad expresa.


 Y eso es algo que no podían desconocer los dos agentes agredidos.



http://iniciativadebate.net/…/no-es-tan-dificil-entender-l…/



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