El 8 de marzo
vivimos una jornada de lucha feminista sin parangón. Por el seguimiento,
por el apoyo recibido, por su dimensión (internacional), por su
condición (de consumo, de cuidados, laboral…), por su impacto (hasta Ana
Rosa Quintana y Susanna Griso tuvieron que sumarse al carro).
La jornada de ayer
fue resultado de la autoorganización feminista. Cabría decir aquí que,
desgraciadamente, el megáfono de lo mediático tiró de airbag. Tiró de
airbag para que el estado-de-cosas no fuera golpeado de manera
traumática. Aunque la Comisión 8M planteó una huelga de 24Horas, siendo
cubierta jurídicamente por CNT, CGT y la Intersindical, los medios y los
grandes altavoces pusieron a andar el paro de 2 horas convocado por UGT
y CCOO.
Una lástima que las centrales mayoritarias continúen en la
senda de la “Ley del Mínimo Esfuerzo”, o en la de “Moverse cuesta mucho y
yo estoy apalancado”.
Cuesta creer que un
sindicalismo combativo y realmente de cambio y defensa de las clases
trabajadoras y populares, pueda conformarse con este tipo de paros que
resultan ser más un elemento testimonial para que la ola de esperanza
feminista no se lo trague; que una acción contundente encaminada a
cambiar realmente la sociedad.
Ayer salieron a la
calle millones de personas en todo el Estado en una convocatoria no
estrictamente laboral; sino eminentemente política. La primera huelga
feminista, que no femenina, con una confusión total en buena parte de la
hombría española; la primera huelga estrictamente político-cultural.
Una huelga que hizo que Ana Rosa Quintana o Susanna Griso, personas que
habían despotricado contundentemente contra esta convocatoria, tuvieron
que replantearse su apoyo o no.
No sé exactamente cuáles serán las
motivaciones de este cambio de opinión, pero es una muestra de una gran
victoria que redunda en el ridículo de Ciudadanos con su “Huelga
Comunista”, o el PP con “¿Quién cuidará de los niños y los mayores?
Había un chiste estos días precisamente ilustrativo para las personas
próximas al PP y que tuvieron estas grandes argumentaciones para frenar
un movimiento que de hecho carga contra estas valoraciones.
Parece que
efectivamente ayer se resquebrajaba la placenta del siglo XXI para dar
paso a una lucha de la sociedad por la equidad real. Un feminismo, por
otra parte, que aumenta su prisma sociopolítico y cultural, rebotándolo a
la sociedad con un discurso tremendamente interesante, que se despliega
sobre una conciencia feminista tradicional “blanca” hacia el feminismo
racializado; que despliega la conciencia social tradicional hacia una
plural, diversa e inclusiva; y que despliega una conciencia integral
desde el ecofeminismo y la interseccionalidad.
Las movilizaciones
del 8M, junto a las movilizaciones de las y los pensionistas, invitan a
la esperanza de que los pueblos de este Estado no están del todo
dormidos; que hay esperanza en el derrotismo crónico; y en definitiva
optimismo. Desde luego, un balón de oxígeno regalado por un movimiento
feminista amplio, alegre y combativo.
¡Os Queremos Vivas!
¡Que Viva la Lucha de las Mujeres!
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