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miércoles, 17 de octubre de 2018

Dé ejemplo, coma fruta

Dé ejemplo, coma fruta

No importa tanto cuándo se tome –si como tentempié a media mañana,de postre o con la merienda– como que no se deje fuera de la dieta, porque constituye una fuente esencial de vitaminas, minerales y fibra

  A la chavalería no le gusta la fruta. La mayoría lo hace por tontería; perdón, por imitación. De otra manera no se entendería fácil que uno de los primeros alimentos que un bebé aprende a disfrutar una vez que comienza a diversificar su dieta sea precisamente uno de los primeros que abandona.


 Pero, como dicen ellos, es lo que hay. Como en el comedor escolar se oye mucho eso de «fruta, ¡qué rollo!» resulta muy complicado lo de ser el diferente del grupo y pedirse de postre, si se puede, doble ración de pera o manzana.


 Con lo que les atrae lo dulce a los chicos, ¿cómo es posible que eludan la 'chuche' más sana? Lo de no ser el rarito de clase es uno de los motivos, más aún a determinadas edades, en las que pesa más el pavo que la salud. Pero hay otras razones.


«Es la asignatura pendiente, sobre todo entre los más jóvenes, que no consumen sus cinco raciones diarias de frutas y verduras. Son dos tipos de alimentos que dejan de apetecerles en cuanto entran en contacto con otros niños.


 La necesidad de socialización pesa, pero en este cambio de conducta también intervienen aspectos madurativos, como la preferencia por determinados sabores», explica la médico nutricionista Carmen Pérez Rodrigo, de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).


Aunque en las aversiones y preferencias hacia determinados alimentos influyen factores muy diversos –desde lo genético hasta el 'efecto recuerdo' que puede desencadenar una comida que nos ha provocado el vómito– lo cierto es que lo que más influye de todo en nuestras decisiones alimentarias es la imitación.


Si en nuestra casa disfrutan con una comida, es muy posible que yo también la celebre; y si está considerada como una bazofia inmunda, casi seguro que renegaré de ella. Así funcionamos.


 Eso explica, por ejemplo, que en Occidente pueda considerarse repugnante un asado de cuis –un pequeño roedor también llamado cuy–, que en Perú se lo jaman asado tan ricamente. Pues algo de esto pasa con la fruta, en función de la edad que se tenga.

Pelarla puede resultar pringoso


Un problema añadido de las frutas en general es que pelarlas puede resultar una tarea engorrosa. 


Le pringa a uno las manos y, encima, se corre el peligro de terminar con un lamparón en la ropa. 


Igual a un chaval todo esto le da un poco lo mismo, pero seguro que le fastidia un poco más a quien le prepara el refrigerio –que seguramente luego tendrá que lavar esos pantalones– o a quien tras la comida deba regresar a su puesto de trabajo con un indisimulable lamparón.


 Además, algunas de ellas, como la pera, no sólo cuesta pelarlas, sino que además, como señala Pérez Rodrigo, si se meten en la mochila, se corre el peligro de que el material escolar, entre el movimiento y el calor, acabe convertido en una auténtica guarrada.


Tranquilidad. Todo –o casi todo– tiene solución. Si se prepara la fruta con antelación y se lleva en una fiambrera, uno evita pringarse y disfrutará de un aperitivo delicioso y sanísimo. Quizás esto no pueda hacerse con la dichosa pera, pero sí con otras muchas frutas que se mantienen en la nevera y pueden aguantar bien en la mochila hasta la hora del recreo.


 «A los adultos nos pasa un poco lo mismo. Si vamos a un restaurante y nos ofrecen fruta que hay que pelar, muy posiblemente nos inclinaremos por otro postre. Pero si viéramos que es posible elegir una naranja preparada o macedonia, muchos elegiríamos fruta», detalla la experta, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.

Tres raciones al día


Algunas encuestas publicadas en los últimos días hacen referencia a la poca fruta, cada vez menos, que niños y mayores consumen a la hora de la merienda. Es una realidad, ocurre así, pero no es tan importante el momento del día en que se ingiera como que se consuma.


La recomendación general es que se tomen tres piezas al día de fruta y dos de verduras, crudas, en ensalada, o preparadas;mejor de temporada, más fresca y barata. El momento del día que se elija da un poco igual.


«Hay personas que prefieren tomarla como tentempié a media mañana, especialmente cuando se come a horas tardías,y otras a las que sienta mal ingerirla después de cenar. Cada uno tiene que saber cuándo le va mejor», recomienda la nutricionista.


Lo verdaderamente importante, según dice, es recordar que la fruta es una fuente fantástica –y esencial– de vitaminas, minerales y fibra.


 Perdérsela, por la razón que sea, es una bobada.


 https://www.elcorreo.com/jantour/ejemplo-coma-fruta-20181016112107-





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