Así
nacen los dioses, en establos fríos y lejanos, sin pirotecnias
beatíficas ni refulgencias lumínicas, sin querubines regordetes tañendo
el arpa, con sangre, dolor y gritos, entre animales y estiércol, soledad
y marginación.
Mírate en esa estampa.
Así
naciste tú, así gritaba
Su madre y gritó la tuya.
Este instante celebras.
Al brindar por Él recuerda a los
perseguidos, a los indigentes, a los refugiados, a los parias del
mundo.
Alza tu copa por ellos.
No confundas realidad
con herejía, no hay forma más humana ni más divina de parir o de nacer.
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