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viernes, 27 de diciembre de 2019

LA FALTA DE EMPATÍA DEL DEPARTAMENTO DE SANIDAD CON SUS MÉDICOS

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Salió la noticia de que mil médicos y 500 enfermeras formados en Euzkadi se han ido al extranjero, muchos de ellos a Inglaterra donde pueden llegar a ganar hasta 81.000 euros, aunque ésta no sea la razón fundamental.

A partir del martes que viene nos adentramos en una nueva década donde se va a jubilar el 40% de la plantilla médica vasca de unos 14.000 médicos.


A ésto se le une el desistimiento que tienen muchos médicos en relación con la falta de atención a sus demandas que tiene el Departamento.


Hablaba el miércoles con un médico que por ser el 20 de diciembre su cumpleaños de manera automática le llegaba su jubilación. Ley de vida y algo normal. Sin embargo fue para él, médico vocacional, como una guillotina, pero tras 43 años trabajando como médico no le quedó más remedio que colgar el fonendo e irse a su casa. 


Como a un general al que de la noche a la mañana le quitan sus galones y le dicen, ”Ala, vete, si te he visto no me acuerdo”.


Me comentaba con dolor, pues repito que es un médico vocacional, trabajando siempre en la sanidad pública, que no ha recibido ni una sola letras de la Consejera, del Viceconsejero, de ningún director, de nadie responsable del Departamento como si fuera cosa normal dejar de trabajar para los demás habiéndolo hecho durante 43 años. 


No que no se tenga que ir, sino la indiferencia oficial que roza la inhumanidad.


Había tenido cargos directivos en el Departamento y llevaba 23 años en una localidad gipuzkoana, en su ambulatorio, donde su cese ha sido toda una conmoción pues atendía de forma profesional, humana y muy cercana a todos sus pacientes, desde abueletes, a emigrantes pasando por gente joven. Ni una letra. No ha existido.


Toda una anomalía humana. Como si habláramos de una fábrica de tornillos.


No ha sido el caso de sus pacientes a los que no quiso comunicarles su despedida porque sabía que le iban a emocionar y llenar en estas fiestas navidades su despacho de regalos comestibles, de fotos, de abrazos y de besos. Se fue, como decía Mc Arthur de los viejos soldados, diluyéndose en la niebla.


Si hay alguna profesión humanitaria y de cercanía esa es la de ser médico, pero al parecer no hay el menor protocolo para casos parecidos. Ahí te quedas majo.


El, además ha sido un médico que se ha rebelado contra órdenes técnicas en relación con los genéricos demostrando que al final del mes le ahorraba más a Osakidetza con sus manera de proceder que directores desde su despacho que no atienden ni escuchan a los que están a pie de obra y han convertido a los pacientes en clientes.


Se ha rebelado contra todo eso. Pero no es por eso que no le han agradecido sus servicios que seguramente habrán curado a muchas personas y evitado algunas muertes. No. Eso debe ser lo habitual.


 En la conducta de una administración sin ojos, sin corazón y sin alma. Lo malo es que de vez en cuando te hablan de cercanía, de humanidad, de lo barato que es una sonrisa. Me suena a hipocresía.


Me decía que su promoción, que este año cumple cincuenta años de su graduación, va a celebrar en La Bilbaína toda una reunión, comida incluida y por todo lo alto. No sabe si irá. 


Le pesa la tristeza de haber trabajado en un lugar donde no hay personas sino aparentemente zombies que tras cuarenta años no le han dado una palmadita en la espalda y le han dicho.


 ”Tu trabajo ha estado muy bien y te echaremos en falta. Eskerrik asko”.


Solo eso. Debe ser demasiado.


Eso no entra en los baremos de Lakua.
 








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