Salió
la noticia de que mil médicos y 500 enfermeras formados en Euzkadi se
han ido al extranjero, muchos de ellos a Inglaterra donde pueden llegar a
ganar hasta 81.000 euros, aunque ésta no sea la razón fundamental.
A
partir del martes que viene nos adentramos en una nueva década donde se
va a jubilar el 40% de la plantilla médica vasca de unos 14.000
médicos.
A
ésto se le une el desistimiento que tienen muchos médicos en relación
con la falta de atención a sus demandas que tiene el Departamento.
Hablaba
el miércoles con un médico que por ser el 20 de diciembre su cumpleaños
de manera automática le llegaba su jubilación. Ley de vida y algo
normal. Sin embargo fue para él, médico vocacional, como una guillotina,
pero tras 43 años trabajando como médico no le quedó más remedio que
colgar el fonendo e irse a su casa.
Como a un general al que de la noche
a la mañana le quitan sus galones y le dicen, ”Ala, vete, si te he
visto no me acuerdo”.
Me
comentaba con dolor, pues repito que es un médico vocacional,
trabajando siempre en la sanidad pública, que no ha recibido ni una sola
letras de la Consejera, del Viceconsejero, de ningún director, de nadie
responsable del Departamento como si fuera cosa normal dejar de
trabajar para los demás habiéndolo hecho durante 43 años.
No que no se
tenga que ir, sino la indiferencia oficial que roza la inhumanidad.
Había
tenido cargos directivos en el Departamento y llevaba 23 años en una
localidad gipuzkoana, en su ambulatorio, donde su cese ha sido toda una
conmoción pues atendía de forma profesional, humana y muy cercana a
todos sus pacientes, desde abueletes, a emigrantes pasando por gente
joven. Ni una letra. No ha existido.
Toda una anomalía humana. Como si habláramos de una fábrica de tornillos.
No
ha sido el caso de sus pacientes a los que no quiso comunicarles su
despedida porque sabía que le iban a emocionar y llenar en estas fiestas
navidades su despacho de regalos comestibles, de fotos, de abrazos y de
besos. Se fue, como decía Mc Arthur de los viejos soldados, diluyéndose
en la niebla.
Si
hay alguna profesión humanitaria y de cercanía esa es la de ser médico,
pero al parecer no hay el menor protocolo para casos parecidos. Ahí te
quedas majo.
El,
además ha sido un médico que se ha rebelado contra órdenes técnicas en
relación con los genéricos demostrando que al final del mes le ahorraba
más a Osakidetza con sus manera de proceder que directores desde su
despacho que no atienden ni escuchan a los que están a pie de obra y han
convertido a los pacientes en clientes.
Se
ha rebelado contra todo eso. Pero no es por eso que no le han
agradecido sus servicios que seguramente habrán curado a muchas personas
y evitado algunas muertes. No. Eso debe ser lo habitual.
En la conducta
de una administración sin ojos, sin corazón y sin alma. Lo malo es que
de vez en cuando te hablan de cercanía, de humanidad, de lo barato que
es una sonrisa. Me suena a hipocresía.
Me
decía que su promoción, que este año cumple cincuenta años de su
graduación, va a celebrar en La Bilbaína toda una reunión, comida
incluida y por todo lo alto. No sabe si irá.
Le pesa la tristeza de
haber trabajado en un lugar donde no hay personas sino aparentemente
zombies que tras cuarenta años no le han dado una palmadita en la
espalda y le han dicho.
”Tu trabajo ha estado muy bien y te echaremos en
falta. Eskerrik asko”.
Eso no entra en los baremos de Lakua.
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