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viernes, 27 de diciembre de 2019

Un discurso del rey con vencidos, vencedores y Revilla siempre


 

De todo lo que Felipe VI ha estado haciendo desde que fue coronado, hace ya más de 2.000 días, sus seis discursos de Navidad han sido, más el del 3 de octubre de 2017, las actividades directas en las que ha conseguido mayor audiencia.


Además de esos discursos están los actos oficiales y las intrigas, pero sobre estas últimas, y en el paraíso blindado de los secretos oficiales que es España, les tendremos que preguntar a los nietos de nuestros tataranietos, o ni a esos.


La audiencia del discurso del rey y el buen rollo en cenas y comidas.


La novedad en los manteles navideños de este año es que, aunque se hayan sentado los de siempre, en muchos de estos encuentros de confianza los supervivientes del franquismo sociológico, pero sobre todo sus retoños, habrán comparecido distintos, mucho más salvajes y atrevidos, reflexión que propongo sin la menor acritud, pues le ocurriría a cualquiera que estuviera viviendo la alegría, sana o malsana, de conquistar por primera vez, y en dos rondas tan seguidas, hasta 52 escaños en el Congreso.


Ante tal panorama, y también sin ánimo de ofender, sostengo que es perfectamente comprensible que algunos anfitriones de banquetes navideños, y al mismo tiempo gobernantes del mando de su tele, hayan hecho lo posible por evitar ocasiones de discutir de política esquivando el peligro de un discurso que jamás gozará de unanimidad. 


Soy de los que piensan que el incentivo no despreciable de mayor interés por las palabras del rey ante la falta de gobierno, cosa a la que también se ha referido, ha perdido la batalla de la audiencia ante el miedo a las discusiones con familiares o amigos.


 La única manera de saber el motivo por el cual este discurso de Felipe VI ha sido, según acaba de publicar Kantar Media, el segundo menos visto al perder 457.000 espectadores y 5,5 puntos de cuota de pantalla, es que alguien con posibles realice una encuesta para saber los motivos que llevaron a eludirlo entre las personas que podrían haberlo visto. 


Será la única manera de saber cómo se llaman los que verdaderamente estropean el “buen rollo”, eso que tantos, desde Sánchez hasta el rey, llaman “convivencia”, y de la que ninguno de ellos se considera responsable. 


¿Me ha oído, señor CIS? De momento, Felipe VI ha sido derrotado por la audiencia, veamos quienes han salido ganando con su discurso.


Algunas palabras clave de los discursos del rey.


Conozcamos ahora las veces que el rey ha incluido en sus discursos la palabra convivencia y derivadas, además de otras que también interesan en este artículo, y así podrá sacar usted sus propias conclusiones:

PALABRA O DERIVAD. 2014 2015 2016 3 Oct 2017 2017 2018 2019
Núm. TOTAL PALABRAS 1645 1687 1682
661
1425 1273 1457
CONVIVENCIA 4 6 5 3 7 7 3
CORRUPCIÓN 2 0 0 0 1 1 0
CATALUÑA 4 0 0 14 5 0 1
CONSTITUCIÓN 3 2 0 3 1 2 3
EUROPA 1 2 1 0 5 1 2


Las mujeres o sus maltratadores.


Si Felipe VI no supiera que 2019 va a cerrar con más mujeres asesinadas por los machistas violentos que 2018, no tendría derecho a cobrar ni un euro del presupuesto.


 Como suponemos que lo sabe, nuestra imaginación es libre a la hora de calificar su desprecio hacia este drama, pues lo que más se le ha acercado en su discurso ha sido decir que “la desigualdad laboral entre hombres y mujeres” forma parte de los “cambios profundos y acelerados que provocan en la sociedad preocupación e inquietud”, lo que otros llaman “paisaje”. 


Es decir, una frase de siete palabras que, por ejemplo, ni de lejos permite recordar a los hijos que se han quedado huérfanos de madre. Y, por su parte, a sabiendas de que ni un solo empresario va a mover un dedo para resolver tal discriminación salarial por el hecho de que el rey la haya mencionado. 


Sin cambiar el tono de su voz, Felipe VI podría haber dicho, por ejemplo, lo siguiente: “Permitidme, españolas, que os anime a implicaros en política de verdad y desde abajo.


 Debéis conquistar el 50%, o más, de las alcaldías de España, donde ahora no sois ni tres de cada diez, y seguro que así, mandando vosotras mucho más y desde más cerca, los peores machos de la manada aprenderán a pensarse dos veces lo de tocaros el culo sin que antes les hayáis dado permiso”. 



Los inmigrantes o los xenófobos.



Exactamente antes de citar esa “desigualdad laboral”, Felipe VI ha incluido también a “los movimientos migratorios” entre los cambios profundos que provocan “preocupación e inquietud”. 


Como se trata de una “preocupación” a resolver y ni en Navidad le ha parecido oportuno al rey hablar de solidaridad hacia los jóvenes buscadores de futuro que llegan a España si no mueren antes por el camino, es indiscutible que en su discurso caben soluciones como aquella idea que tuvo Ruíz Gallardón de multar a familias españolas que acogieran a “sin papeles” en sus casas, o como la más tajante de la barrera de disparos que ordenó dibujar un mando de la Guardia Civil el 6 de febrero de 2014 en la orilla de agua de la Playa del Tarajal, hasta conseguir que se ahogaran quince inmigrantes que, desesperados, chapoteaban helados de frío en busca de la orilla de arena desde donde les cerraban el paso.


 No deja de ser una paradoja insoportable que el mando que dio la orden de disparar se haya librado de castigo porque un juez ha tenido a bien salvarlo empuñando la doctrina Botín.


Si, el rey ha pronunciado en este discurso de Navidad dos veces la palabra “solidaridad”, pero en absoluto para ayudar a resolver esta clase de “preocupaciones”.


Las víctimas de Franco o los franquistas.


Ya conocemos de sobra a Felipe VI y nada podíamos esperar acerca de esta deuda impagada por el Estado español, el mismo que sobrevoló el paréntesis de la Transición subido al globo de “la ley a la ley” y que, por tanto, quedó obligado para siempre con las víctimas del pasado, pues nada hizo contra sus asesinos. Y, más que nadie en el Estado, el rey restaurado por Franco y sus herederos. 


Tampoco la exhumación del golpista del 18 de julio le ha servido a Felipe VI para incluir, por primera vez en 40 años, una mención decente a esta vergüenza. Pero es normal, los políticos que se llenan todo el día la boca de monarquía son los mismos que insultaron a Sánchez por vaciar de dictador muerto el valle serrano más violentado de nuestra historia.


Los políticos decentes o los corruptos.


Victoria por goleada de los políticos corruptos en este mensaje del rey. 


Ni una sola vez ha pronunciado la palabra “corrupción”, haciendo honor al currículum que aparece en el cuadro, cuatro veces en siete discursos en los que ha malgastado 9.830 palabras en total. 


Deprimente, teniendo en cuenta además que una sentencia judicial por corrupción fue la causa que permitió el primer éxito democrático de una moción de censura en España desde1977. 


Y precisamente en un momento en el que está teniendo que ser una directiva de la Unión Europea la que obligará a España a proteger a los funcionarios y demás valientes que se atrevan a denunciar la corrupción de los políticos. 


Quizás al rey se le ha olvidado esta mierda porque quería borrar de su cabeza a Urdangarin tomando el turrón con su familia, mientras Junqueras sigue en la cárcel contra una decisión definitiva de la justicia europea. 


Los españolistas o los europeístas.


Hablando de “Europa”. Tenía yo especial interés esta vez, porque ahí están la sentencia del TJUE y los desprecios a la UE de los que más adoran al rey de España, en lo de saber cuántas veces se atrevería Felipe VI a pronunciar esa palabra o sus derivadas. 


Han sido dos en total, mientras que “Constitución” lo ha hecho en tres ocasiones, pero lo importante en este caso ha sido el tratamiento que le ha concedido a cada una. 


Mientras que el “rumbo de la Unión Europea” es otra de las preocupaciones, junto con los “movimientos migratorios” y la “desigualdad laboral”, o un “sentimiento profundo”, pero por igual “europeo e iberoamericano”, como si España también tuviera que rendir cuentas también ante, por ejemplo, López Obrador, la Constitución es… bueno, mejor reproducir sus propias palabras: 


“Todo cuanto hemos logrado —como he comentado otras veces— no se ha generado de manera espontánea. Es el resultado, en última instancia, de que millones de españoles, gracias a nuestra Constitución…”


¿Qué es eso, rey, de qué “todo cuanto hemos logrado” es “gracias” a un texto que a lo largo de 41 años solo hemos sido capaces de actualizar una vez y a la fuerza, obligados por esa Unión Europea cuyo rumbo es un problema?


No podemos evitar que, saliendo de su boca, pensemos que usted vive la Constitución como vivía los Principios Generales del Movimiento Nacional quien restauró su Monarquía en 1947, y después nombró rey a su padre. Si, sobre todo como una amenaza contra quien no está de acuerdo.


 Y, sobre todo, desde que los franquistas de Abascal, antes Aznar, Rajoy y Casado, se llenan cada día la boca con las mismas palabras que usted tanto estima: Monarquía y Constitución. 


No le arriendo las ganancias por haber convertido, otra vez, a lo más franquista de nuestra política en los ganadores indiscutibles de su discurso. O, de lo contrario, la peor de las desgracias amenaza de nuevo con adueñarse de España.


Sin duda, el presidente del gobierno se ha equivocado al darle el visto bueno a este discurso, salvo que tenga un plan para sacarle a usted de La Zarzuela. Y los de Pablo Iglesias también al reaccionar con optimismo. Ni siquiera sospechaban que la audiencia le suspendería.


Conclusión: siempre Revilla.


Felipe VI vive en un país en el que la portada que será la más leída de hoy titula que “El escrito de la Abogacía sobre Junqueras mantiene en vilo la investidura”, aunque todos sabemos que ese dictamen será papel mojado en manos de Marchena pues, de lo contrario, ya habría cumplido la orden emitida el 19 de diciembre por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, lo que no impedía que después decidiera escuchar a las partes. 


Salvo que todo un presidente de sala del Tribunal Supremo sea tan ruin como para considerar una victoria obligar a Oriol a tomar el turrón en prisión. 


Eso debe ser. De victoria en victoria hasta la derrota final, lema que lo fue del franquismo contra la democracia, y que hoy lo es de Felipe VI contra el derecho a decidir que reclama Catalunya. 


Vive también, este rey, en el mismo país en el que Revilla siempre regresa, aunque no lo mencione en su discurso. 


Se trata de un imprescindible, alguien capaz de declarar un día que para que Catalunya no rompa con España está dispuesto a renunciar a un tren en Cantabria, y al día siguiente afirmar que “estamos en un punto en el que casi podemos decir que España es ingobernable”. 


Pues yo, en el caso de este hombre, cogería el tren y que salga el sol por Antequera.


Ya que hay altos cargos que parece que tengan que ser de derechas, siempre he pensado que, con Revilla de presidente de una República que se pareciera a la alemana, por ejemplo, dormiríamos mucho más tranquilos y divertidos de lo que lo estamos haciendo con Felipe VI, e incluso de lo que lo hicimos con su padre, porque ahora sabemos que nos estaba engañando.


Entre otras cosas, porque al cántabro lo podría perseguir la Justicia si le diera por meter la mano en la caja de nuestros dineros. 


Domingo Sanz, 26 de diciembre de 2019



 Domingo Sanz




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