De
todo lo que Felipe VI ha estado haciendo desde que fue coronado, hace
ya más de 2.000 días, sus seis discursos de Navidad han sido, más
el del 3 de octubre de 2017, las actividades directas en las que ha
conseguido mayor audiencia.
Además
de esos discursos están los actos oficiales y las intrigas, pero
sobre estas últimas, y en el paraíso blindado de los secretos
oficiales que es España, les tendremos que preguntar a los nietos de
nuestros tataranietos, o ni a esos.
La
audiencia del discurso del rey y el buen rollo en cenas y comidas.
La
novedad en los manteles navideños de este año es que, aunque se
hayan sentado los de siempre, en muchos de estos encuentros de
confianza los supervivientes del franquismo sociológico, pero sobre
todo sus retoños, habrán comparecido distintos, mucho más salvajes
y atrevidos, reflexión que propongo sin la menor acritud, pues le
ocurriría a cualquiera que estuviera viviendo la alegría, sana o
malsana, de conquistar por primera vez, y en dos rondas tan seguidas,
hasta 52 escaños en el Congreso.
Ante
tal panorama, y también sin ánimo de ofender, sostengo que es
perfectamente comprensible que algunos anfitriones de banquetes
navideños, y al mismo tiempo gobernantes del mando de su tele, hayan
hecho lo posible por evitar ocasiones de discutir de política
esquivando el peligro de un discurso que jamás gozará de
unanimidad.
Soy
de los que piensan que el incentivo no despreciable de mayor interés
por las palabras del rey ante la falta de gobierno, cosa a la que
también se ha referido, ha perdido la batalla de la audiencia ante
el miedo a las discusiones con familiares o amigos.
La única manera
de saber el motivo por el cual este discurso de Felipe VI ha sido,
según acaba de publicar Kantar Media, el segundo menos visto al
perder 457.000 espectadores y 5,5 puntos de cuota de pantalla, es que
alguien con posibles realice una encuesta para saber los motivos que
llevaron a eludirlo entre las personas que podrían haberlo visto.
Será
la única manera de saber cómo se llaman los que verdaderamente
estropean el “buen rollo”, eso que tantos, desde Sánchez hasta
el rey, llaman “convivencia”, y de la que ninguno de ellos se
considera responsable.
¿Me
ha oído, señor CIS? De momento, Felipe VI ha sido derrotado por la
audiencia, veamos quienes han salido ganando con su discurso.
Algunas
palabras clave de los discursos del rey.
Conozcamos
ahora las veces que el rey ha incluido en sus discursos la palabra
convivencia y derivadas, además de otras que también interesan en
este artículo, y así podrá sacar usted sus propias conclusiones:
PALABRA O DERIVAD. | 2014 | 2015 | 2016 | 3 Oct 2017 | 2017 | 2018 | 2019 |
Núm. TOTAL PALABRAS | 1645 | 1687 | 1682 | 661 | 1425 | 1273 | 1457 |
CONVIVENCIA | 4 | 6 | 5 | 3 | 7 | 7 | 3 |
CORRUPCIÓN | 2 | 0 | 0 | 0 | 1 | 1 | 0 |
CATALUÑA | 4 | 0 | 0 | 14 | 5 | 0 | 1 |
CONSTITUCIÓN | 3 | 2 | 0 | 3 | 1 | 2 | 3 |
EUROPA | 1 | 2 | 1 | 0 | 5 | 1 | 2 |
Las
mujeres o sus maltratadores.
Si
Felipe VI no supiera que 2019 va a cerrar con más mujeres asesinadas
por los machistas violentos que 2018, no tendría derecho a cobrar ni
un euro del presupuesto.
Como suponemos que lo sabe, nuestra
imaginación es libre a la hora de calificar su desprecio hacia este
drama, pues lo que más se le ha acercado en su discurso ha sido
decir que “la
desigualdad laboral entre hombres y mujeres” forma
parte de los “cambios profundos y acelerados que provocan en la
sociedad preocupación e inquietud”, lo que otros llaman “paisaje”.
Es
decir, una frase de siete palabras que, por ejemplo, ni de lejos
permite recordar a los hijos que se han quedado huérfanos de madre.
Y, por su parte, a sabiendas de que ni un solo empresario va a mover
un dedo para resolver tal discriminación salarial por el hecho de
que el rey la haya mencionado.
Sin
cambiar el tono de su voz, Felipe VI podría haber dicho, por
ejemplo, lo siguiente: “Permitidme, españolas, que os anime a
implicaros en política de verdad y desde abajo.
Debéis conquistar
el 50%, o más, de las alcaldías de España, donde ahora no sois ni
tres de cada diez, y seguro que así, mandando vosotras mucho más y
desde más cerca, los peores machos de la manada aprenderán a
pensarse dos veces lo de tocaros el culo sin que antes les hayáis
dado permiso”.
Los
inmigrantes o los xenófobos.
Exactamente
antes de citar esa “desigualdad laboral”, Felipe VI ha incluido
también a “los movimientos migratorios” entre los cambios
profundos que provocan “preocupación e inquietud”.
Como se trata
de una “preocupación” a resolver y ni en Navidad le ha parecido
oportuno al rey hablar de solidaridad hacia los jóvenes buscadores
de futuro que llegan a España si no mueren antes por el camino, es
indiscutible que en su discurso caben soluciones como aquella idea
que tuvo Ruíz Gallardón de multar a familias españolas que
acogieran a “sin papeles” en sus casas, o como la más tajante de
la barrera de disparos que ordenó dibujar un mando de la Guardia
Civil el 6 de febrero de 2014 en la orilla de agua de la Playa del
Tarajal, hasta conseguir que se ahogaran quince inmigrantes que,
desesperados, chapoteaban helados de frío en busca de la orilla de
arena desde donde les cerraban el paso.
No deja de ser una paradoja
insoportable que el mando que dio la orden de disparar se haya
librado de castigo porque un juez ha tenido a bien salvarlo empuñando
la doctrina Botín.
Si,
el rey ha pronunciado en este discurso de Navidad dos veces la
palabra “solidaridad”, pero en absoluto para ayudar a resolver
esta clase de “preocupaciones”.
Las
víctimas de Franco o los franquistas.
Ya
conocemos de sobra a Felipe VI y nada podíamos esperar acerca de
esta deuda impagada por el Estado español, el mismo que sobrevoló
el paréntesis de la Transición subido al globo de “la ley a la
ley” y que, por tanto, quedó obligado para siempre con las
víctimas del pasado, pues nada hizo contra sus asesinos. Y, más que
nadie en el Estado, el rey restaurado por Franco y sus herederos.
Tampoco
la exhumación del golpista del 18 de julio le ha servido a Felipe VI
para incluir, por primera vez en 40 años, una mención decente a
esta vergüenza. Pero es normal, los políticos que se llenan todo el
día la boca de monarquía son los mismos que insultaron a Sánchez
por vaciar de dictador muerto el valle serrano más violentado de
nuestra historia.
Los
políticos decentes o los corruptos.
Victoria
por goleada de los políticos corruptos en este mensaje del rey.
Ni
una sola vez ha pronunciado la palabra “corrupción”, haciendo
honor al currículum que aparece en el cuadro, cuatro veces en siete
discursos en los que ha malgastado 9.830 palabras en total.
Deprimente, teniendo en cuenta además que una sentencia judicial por
corrupción fue la causa que permitió el primer éxito democrático
de una moción de censura en España desde1977.
Y precisamente en un
momento en el que está teniendo que ser una directiva de la Unión
Europea la que obligará a España a proteger a los funcionarios y
demás valientes que se atrevan a denunciar la corrupción de los
políticos.
Quizás
al rey se le ha olvidado esta mierda porque quería borrar de su
cabeza a Urdangarin tomando el turrón con su familia, mientras
Junqueras sigue en la cárcel contra una decisión definitiva de la
justicia europea.
Los
españolistas o los europeístas.
Hablando
de “Europa”. Tenía yo especial interés esta vez, porque ahí
están la sentencia del TJUE y los desprecios a la UE de los que más
adoran al rey de España, en lo de saber cuántas veces se atrevería
Felipe VI a pronunciar esa palabra o sus derivadas.
Han sido dos en
total, mientras que “Constitución” lo ha hecho en tres
ocasiones, pero lo importante en este caso ha sido el tratamiento que
le ha concedido a cada una.
Mientras
que el “rumbo de la Unión Europea” es otra de las
preocupaciones, junto con los “movimientos migratorios” y la
“desigualdad laboral”, o un “sentimiento profundo”, pero por
igual “europeo e iberoamericano”, como si España también
tuviera que rendir cuentas también ante, por ejemplo, López
Obrador, la Constitución es… bueno, mejor reproducir sus propias
palabras:
“Todo
cuanto hemos logrado —como he comentado otras veces— no se ha
generado de manera espontánea. Es el resultado, en última
instancia, de que millones de españoles, gracias a
nuestra Constitución…”
¿Qué
es eso, rey, de qué “todo cuanto hemos logrado” es “gracias”
a un texto que a lo largo de 41 años solo hemos sido capaces de
actualizar una vez y a la fuerza, obligados por esa Unión Europea
cuyo rumbo es un problema?
No
podemos evitar que, saliendo de su boca, pensemos que usted vive la
Constitución como vivía los Principios Generales del Movimiento
Nacional quien restauró su Monarquía en 1947, y después nombró
rey a su padre. Si, sobre todo como una amenaza contra quien no está
de acuerdo.
Y, sobre todo, desde que los franquistas de Abascal,
antes Aznar, Rajoy y Casado, se llenan cada día la boca con las
mismas palabras que usted tanto estima: Monarquía y Constitución.
No
le arriendo las ganancias por haber convertido, otra vez, a lo más
franquista de nuestra política en los ganadores indiscutibles de su
discurso. O, de lo contrario, la peor de las desgracias amenaza de
nuevo con adueñarse de España.
Sin
duda, el presidente del gobierno se ha equivocado al darle el visto
bueno a este discurso, salvo que tenga un plan para sacarle a usted
de La Zarzuela. Y los de Pablo Iglesias también al reaccionar con
optimismo. Ni siquiera sospechaban que la audiencia le suspendería.
Conclusión:
siempre Revilla.
Felipe
VI vive en un país en el que la portada que será la más leída de
hoy titula que “El escrito de la Abogacía sobre Junqueras mantiene
en vilo la investidura”, aunque todos sabemos que ese dictamen será
papel mojado en manos de Marchena pues, de lo contrario, ya habría
cumplido la orden emitida el 19 de diciembre por el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea, lo que no impedía que después
decidiera escuchar a las partes.
Salvo
que todo un presidente de sala del Tribunal Supremo sea tan ruin como
para considerar una victoria obligar a Oriol a tomar el turrón en
prisión.
Eso
debe ser. De victoria en victoria hasta la derrota final, lema que lo
fue del franquismo contra la democracia, y que hoy lo es de Felipe VI
contra el derecho a decidir que reclama Catalunya.
Vive
también, este rey, en el mismo país en el que Revilla siempre
regresa, aunque no lo mencione en su discurso.
Se trata de un
imprescindible, alguien capaz de declarar un día que para que
Catalunya no rompa con España está dispuesto a renunciar a un tren
en Cantabria, y al día siguiente afirmar que “estamos en un punto
en el que casi podemos decir que España es ingobernable”.
Pues
yo, en el caso de este hombre, cogería el tren y que salga el sol
por Antequera.
Ya
que hay altos cargos que parece que tengan que ser de derechas,
siempre he pensado que, con Revilla de presidente de una República
que se pareciera a la alemana, por ejemplo, dormiríamos mucho más
tranquilos y divertidos de lo que lo estamos haciendo con Felipe VI,
e incluso de lo que lo hicimos con su padre, porque ahora sabemos que
nos estaba engañando.
Entre
otras cosas, porque al cántabro lo podría perseguir la Justicia si
le diera por meter la mano en la caja de nuestros dineros.
Domingo
Sanz, 26 de diciembre de 2019
Domingo Sanz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION