Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


domingo, 19 de julio de 2020

Sonoro rechazo


A Barcelona no ha habido arrestos de ir pero si se han atrevido con Euskadi (Bilbao y Vitoria-Gasteiz).


 Pero no crean que han hecho como en «Marca España«, o sea, pasear por las calles de sus pueblos y ciudades saludando con la mano tonta a sus paisanos… a sus súbditos… al vulgo, para entendernos.


Lo de aquí ha sido muy distinto. Visita privada a dos museos blindados por un despliegue policial sin precedentes con todo tipo de vehículos y motos de alta gama. Francotiradores, helicóptero (a 5.000 euros la hora de vuelo), artificieros, perros y varios.


¡Ni que le fuesen a limpiar el forro! ¡Pero si solo queríamos decirles que no son bienvenidos a nuestra tierra!


Y, aunque de lejos, se han debido enterar perfectamente aunque llevase tapones ya que la megafonía con silbidos era atronadora. 


En realidad, al no poder silbar con las mascarillas, han optado por reproducir la pitada de la última final de Copa (esa por la que Iturgaiz nos sigue llamando hijos de puta).


¿Alguien sabe el dineral que cuesta dicho operativo? ¿Quién lo paga? y ¿Por qué se paga? Porque aún no sé para qué han venido.


El caso es que, en una actitud muy borbona (muy cobarde) la del hijo del heredero de Franco y «Con Z«, esa actitud de optar por entrar a escondidas por la puerta trasera.


 No querer ver una realidad no significa que no exista aunque, ciertamente, viven en su realidad paralela y lo último que quieren es que se difunda una protesta por su presencia.




Y aquí, porque no iban a tener vivas, guapas ni aplausos (bueno… salvo los de los dos minibuses de Santander y de Miranda de Ebro) pues se han traído a sus groupies… a su clap


A esos si les han dejado ponerse en una zona perfectamente estudiada para poder salir en los Medios españoles y que para que esa pareja de zánganos sintiera cierto calor aunque sea el arrope de cuatro gatos mal contados.


 Quiero suponer que a ese escaso centenar les hayan pagado, al menos, un triste bocata de mortadela y un simple botellín de cazalla.


En resumen, un estrepitoso (y sonoro) fracaso por el mero hecho de que a este par de dos se les ha antojado el capricho de hacer una tourné para hacer NADA.


 Lo peor de todo es que es un carísimo capricho que no pagan ellos y que tampoco se lo financia el de la máquina de contar billetes.



 Sonoro rechazo




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