Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 10 de agosto de 2020

EL REY ( Salvador Sostres)



 La monarquía y su utilidad, cuestión de fe en Dios y en los reyes, los cuales según el argumentario monárquico de un periódico tan serio como el ABC, provienen directamente de la voluntad de Dios.

Por fin encuentro argumentos sólidos para defender la monarquía como forma de Estado, gracias al diario monárquico de extrema derecha ABC y a su articulista Salvador Sostres.

Lo que a continuación, espero que sea sólo algo propio de una mente que se quedó anclada en el medievo, propio de aquellas novelas en las cuales Amadis de Gaula se enfrentó al gigante Abies salvand a la reina Elisena, tan sólo con la ayuda de su escudo, su yelmo y su caballo.

Si tal proeza llevó a cabo fue porque en realidad Amadis de Gaula era hijo del rey Perión, y por tanto estaba designado directamente, como todos los reyes, por Dios, y sólo ante él respondía.

Es cierto, esa forma de pensar resulta ridícula, tanto que el muy ingenioso Miguel de Cervantes ridiculizó con su obra maestra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Pero, al parecer, el ABC y los vasallos del rey demérito, y de su hijo, sus argumentos se quedaron en aquellos tiempos de princesas y dragones, en los libros de hadas, en los cuales los sapos se transformaban en príncipes azules, en lugar de sapos ladrones.

Así que ya sabemos, los reyes incluidos el Felón VII, con sus puterios y saqueos, son reyes porque así lo ha dispuesto Dios, o Alá, o a saber qué dios desconocido...

Así que súbditos, vasallos y plebeyos de toda condición, resignación y olvidaos de vuestros propósitos de ser ciudadanos, Dios a decidido que el rey sea el rey, y nosotros sus rastreros y descerebrados vasallos.

En el primer comentario podréis leer el enlace las razones de los monárquicos para seguir manteniendo una institución parasitaria como la históricamente corrupta monarquía española, aquí sólo un extracto de lo que podéis leer completo en el ABC:
 


Paco Arenas

   


 EL REY ( Salvador Sostres)






Los reyes, como los papas, no tienen que ver con los hombres sino con Dios. 


Es estúpido juzgar a los monarcas con criterios terrenales y además no sirve de nada.


 La monarquía es un don, una encarnación divina; ni es democrática ni está sujeta a las leyes que los hombres nos hemos dado, ni queda totalmente a nuestro alcance comprender su última profundidad y significado. 


Un rey no nos representa a nosotros sino a Dios.


 Su idioma es el de la eternidad y es nuestra tarea de mortales tratar con devoción de traducirlo, de descifrarlo, aun sabiendo que el intento no va poder librarse de nuestra natural imperfección.


 Yo puedo entender los ataques de los republicanos, precisamente por su alma tan poco trabajada, pero está fuera de lugar que los que se llaman a sí mismos monárquicos pretendan hacerse los íntegros con su invertebrada lista de reproches.


La defensa de un rey no puede depender de ninguna circunstancia. 


A un rey se le defiende con el furor de los siglos, con las catedrales, con la sangre derramada en las batallas que establecieron las naciones y dibujaron los mapas; y tal como es poco sólido perder la Fe ante las victorias del Mal o los accidentes de tráfico, no es serio cuestionar a un rey por los regalos de un amigo o por los chismes de una cortesana.


 Un rey es el vínculo más atávico entre el hombre y Dios, el hilo retomado de la Creación en la Tierra, y es el deber de sus súbditos respetarlo, obedecerlo y custodiarlo hasta que Dios lo llame de vuelta a su regazo. 


Lo demás son formas varias de afectación igualitaria, ensayos de la derrota, la humanidad sin tensión, desparramada. Vulgar exceso de terrestridad. Los reyes no tienen que dar ejemplo sino presencia, permanencia y asegurar la Historia.


Las más estrepitosas derrotas que el hombre libre ha conocido no las causó el brutal avance de ningún enemigo implacable sino la dejadez de los que tenían que defender la frontera del Imperio. 


A un rey no se le puede defender desde la comodidad, ni empatando con la masa desaforada, sin desenvainar la espada. No hay rey si no prevalecen las categorías fuertes, tan ásperas a veces, y tan poco amables. 


La libertad no se desmorona porque el Mal sea más poderoso sino cuando el Bien se reblandece asumiendo la propaganda relativista y la corrección política se convierte en una parodia de la altura moral.


 Cuando nos da apuro hablar de Dios, cuando en nombre de la neutralidad lo expulsamos de las instituciones, de las aulas y hasta los funerales, como si la Civilización no se basara en que la muerte no es lo contrario de la vida; cuando presumimos de laicismo como si fuera la democracia, cuando presumimos de democracia como si fuera nuestra trascendencia, cuando despreciamos nuestra trascendencia como si sólo fuéramos animales y luego nos extrañamos de ser tratados como tales.


Viva en España o en la República Dominicana, el Rey habrá dejado su obra para los libros de Historia, y aunque le hayamos expulsado, le continuaremos debiendo cada instante, cada logro, cada bienestar de nuestro presente libre, próspero y acomodado, tal vez demasiado acomodado.


 Sus pecados los dirimirá con Dios, que es quien le dio dinastía y misión para que reinara sobre nosotros. 


Los que clamorosamente fallaron en su deber de defenderlo, los que titubearon, los que negaron su naturaleza y su condición por miedo al berrido infame de la turba, y por lavarse las manos ante lo que les exigía algo más que su arrogancia y su apatía, tendrán tiempo para entender la miseria y la muerte que traen consigo los que han querido humillar a Juan Carlos. 


Basta con ver la lista de los que ayer le insultaban, la calaña de cada uno de los personajes y dónde nos llevaron sus políticas de conflicto, atraso y hambre. No aprendemos, no mejoramos. Así cayó Roma y así nos han arrasado desde entonces todas las barbaries. 



Merecemos vivir entre fulanas y elefantes. 

 Si Dios nos volviera a mandar a su Hijo, volveríamos a crucificarlo.



 https://www.abc.es/opinion/abci-salvador-sostres--202008050003_noticia.html






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