Las críticas a la Ministra de Igualdad, Irene Montero, por conceder una entrevista a la revista Vanity Fair responden a que a las mujeres en política se les mide con un rasero completamente diferente que al resto de sus compañeros.
A Irene Montero se le exige mucho más por ser
mujer, por ser de izquierdas, por ser feminista e incluso por tener una
relación sentimental con el vicepresidente de este país.
De ella (desde todos los ámbitos) se espera una cosa imposible, una especie de coherencia divina, de ausencia de contradicciones, un comportamiento casi místico, como si las mujeres feministas tuvieran que demostrar el triple que los demás.
Esta expectativa sobre las
mujeres en política a las que se les juzga mucho más duramente que a los
hombres por las mismas actuaciones también es machismo.
Los
políticos hombres pueden aparecer en todos sitios porque eso no degrada
su imagen, pero ellas no, si Ada Colau va a Sálvame Deluxe, entonces Ada
es peor política.
Por qué.
No sé qué tiene que ver la profesionalidad de Irene Montero con hablar con un medio de comunicación.
No es el momento, dicen.
La gente, a pesar de la situación actual, sigue yendo a trabajar y hacer entrevistas forma parte del trabajo de Irene Montero.
Que haga una entrevista no quiere decir que deje de hacer otras cosas
ni que le esté dando más importancia a unas cosas que otras.
Igual
que si tu trabajo es ser controlador aéreo y tienes que responder un
e-mail laboral nadie te diría que por responder ese mail estás haciendo
una delación en tus funciones y por eso los aviones no podrán aterrizar.
No es el lugar, dicen.
Parece que para que una mujer sea reconocida en un ámbito público no puede mostrar nada privado.
Tampoco demostrar interés o preocupación por la moda, la belleza o el maquillaje porque, claro, qué superficialidad.
La existencia está atravesada por cuestiones dolorosas, intensas y
banales e Irene Montero, como cualquier otra mujer que es un ser humano y
no un mechero o una silla, forma parte del mundo.
Además, aparecer en los lugares en los que normalmente no se te espera, es por supuesto hacer política.
Aprovechar esa rendija para estar ahí es importante.
No sé por qué molesta tanto Irene.
Bueno, sí lo sé.
Porque es mujer, porque es joven, porque es de izquierdas, porque es feminista y porque tiene poder.
Y el poder, hasta hace bien poco, ha estado concentrado en todos esos
hombres adultos machistas que han decidido cómo debía repartirse el
mundo.
Pero, por suerte, eso está cambiando.
El presente es de las mujeres.
Para que el futuro pueda ser de todos y de todas.
Roy Galán
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