La selección natural adoptada por Suiza al no ingresar a las personas mayores en las UCI recuerda demasiado a la política aplicada por el nazismo en los campos de exterminio
Tal y como ha publicado Diario16, Suiza ha establecido una serie de criterios para los ingresos hospitalarios por Covid19 entre los que se incluye la negativa a ingresar a personas mayores porque serán prioritarias aquellos enfermos y enfermas que tengan posibilidad de recuperación.
Una barbaridad de este calibre, que va en contra de los derechos humanos, sólo es comparable a lo que hicieron los nazis en los campos de exterminio y, en esencia, esta medida está basada en los planteamientos del partido nazi durante los gobiernos de Adolf Hitler.
Por otro lado, una decisión de este tipo no es más que el reflejo de la transposición del mercantilismo hacia todos los aspectos de la vida, despreciando, si hiciera falta, la propia existencia humana. Sólo se buscan resultados positivos y todo lo que lo impida es prescindible.
Esto es muy peligroso, puesto que entraríamos en la dinámica de que las personas mayores, como ya no son productivas para la sociedad capitalista, son absolutamente prescindibles y se podría llegar a la situación de que en vez de plantear una edad de jubilación se aprobara una edad de muerte.
¡Qué barbaridad! Ninguna persona está en el límite de edad que marcan los suizos para decidir si alguien merece vivir o morir.
Si todo pasa y el pueblo supera esta crisis, cada día se está más cerca de creer en que la pandemia ha podido ser creada por «el hombre malo», o sea, el capital deshumanizado.
Pero deben tener la seguridad de que el pueblo la superará, que ningún hijo «mal nacido» –no por culpa de sus progenitores, menos aún de su madre– pida el voto a los mayores de 60 años.
Que nadie tenga ya la poca vergüenza y el poco escrúpulo de dirigirse a los mayores con la frase de marketing político de Estados Unidos «nuestros mayores».
Que sepáis que las malas entrañas matan antes que la edad.
Todos los que defienden o aprueban esta tiranía, hoy desde Suiza hace unos meses desde Estados Unidos, miraos en vuestros mezquinos espejos y veréis entrañas descompuestas por la ambición, la mediocridad y la maldad.
Aquellos y aquellas que venden al mundo que sufre imágenes irreales de su realidad son unos y unas pobres víctimas de la inocencia, de la inconsciencia, la inseguridad, el miedo, la estupidez y, por supuesto, la imbecilidad.
La vida vivida es la historia, la verdad y el Ágora de la eternidad.
No temamos los «esputos de la mediocridad». Son como el agua bendita que sana, da la verdad y abre la vida eterna.
¡Bienvenidos mediocres del universo porque vuestro reproche es nuestra distinción marcando la barrera entre el necio y el sabio!
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