Supermariano en Bruselas * A pesar del optimismo generalizado de la prensa española, el comunicado oficial y los entresijos de la cumbre requieren un análisis detenido y no tan precipitado como los titulares reclaman.

PP estado de excepcion

Los medios de comunicación españoles han lanzado las campanas a repicar tras la cumbre del Consejo de Europa del jueves y viernes pasado, tal es la necesidad vital de buenas noticias. Pero el comunicado oficial y los entresijos de la cumbre requieren un análisis detenido y no tan precipitado como los titulares reclaman.

En primer lugar se ha acordado dotar al Banco Central Europeo de las facultades de supervisión bancaria hasta ahora ejercitadas por los Bancos Nacionales. Una vez que esto sea así, se permitirá que el BCE a través del MEDE pueda inyectar directamente fondos a los bancos en apuros, sin pasar a través de los Estados ni incrementar la deuda de estos. Es decir, el Banco de España pasará a ser una mera sucursal del BCE que agiganta su papel y sus funciones.

Como poner este procedimiento en funcionamiento llevara varios meses, de momento la refinanciación de la banca española se hará como estaba prevista, desde el FEEF, con la garantía del Reino de España para más adelante adaptarla al nuevo mecanismo. Con una especial advertencia para que el protocolo de acuerdo de España con la UE para esta ayuda financiera se ultime con celeridad.

En segundo lugar, y esto si que tendrá efecto balsámico en los mercados, las aportaciones del MEDE no tendrán carácter privilegiado ni preferente frente a otros acreedores, lo que relajará las preocupaciones de los prestamistas y presumiblemente permitirá un deslizamiento a la baja de la tan manida prima de riesgo.

Tercero, se permite a ambas bolsas de fondos, MIDE y FEEF intervenir "con flexibilidad" a la hora de comprar deuda pública de aquellos estados miembros, ¡Ojo¡ que cumplan con las reglas, recomendaciones y calendarios. Es decir, por más que insistan algunos, "condicionadamente".

Por último, se aprueba una asignación de 120.000 millones de euros para políticas de crecimiento y creación de empleo a través de emisión de bonos de financiación de proyectos en transporte, infraestructuras y energía, políticas activas de promoción del empleo juvenil.

Por lo que se ve y se lee, la entente constituida por Francia, Italia y España ha conseguido suavizar la rigidez y firmeza de Alemania y sus escuderos en esta batalla, Austria, Holanda y Finlandia. Ahora bien, los oropeles de la prensa internacional se distribuyen entre Monti, como gran defensor de los tres primeros puntos, dispuesto a vetar cualquier acuerdo que no facilitara la financiación bancaria directa y no abriera la ventana para permitir la aplicación de los fondos europeos a la compra de deuda soberana y Hollande como patrocinador de la movilización de recursos que ayuden al crecimiento y a la generación de empleo.

Del peso de la aportación de Rajoy, hemos tenido escasas noticias salvo en lo relativo al apoyo del veto del presidente italiano que cada día engrandece su figura. Y esto es casi lo mejor, porque hasta hoy las intervenciones de nuestro presidente, anteriores o posteriores a las cumbres y acuerdos europeos, han sido bochornosas y sólo han servido para ganarnos la enemiga de nuestros socios.

No puede ni debe olvidar el líder del PP, como le recuerdan hoy desde varios foros europeos, que es el tercer favor que le hacen. El primero fue admitir la rebaja del objetivo del deficit. El segundo, el aplazamiento de un año para conseguir el objetivo. El tercero, salvar la banca española de la quiebra para lo que el país no tenía recursos. No es como para sacar pecho y exhibir músculo sino mas bien para agradecer los favores con humildad y buenas maneras, como mandan los cánones de la buena educación.

Ello nos lleva a una reflexión bastante trascendente y es que en estos tiempos de turbulencia europea, resulta un gran activo el conocimiento de las claves ocultas, procedimientos y política de pasillos que se gastan en Bruselas. Además de poder manejarse en los idiomas que allí se emplean con la suficiente destreza y sin las limitaciones que comporta el uso de intérpretes.

Para Rajoy, que no ha pisado Europa en sus treinta años como político salvo para asistir a las fanfarrias de las convenciones anuales de los partidos hermanados con el suyo, Bruselas es tierra ignota e indómita.

 Y eso se paga como se ha comprobado durante estos seis primeros meses de presidencia en la que se ha comportado patosamente en los asuntos que conciernen a la UE, hoy vitales para nuestra viabilidad económica.

Cuando uno constata como está manejando la situación interna y externa el antiguo comisario europeo, ganas dan de pedirle a Merkel que nos imponga un buen tecnócrata versado en asuntos europeos como condición para seguir prestándonos. Tiempo al tiempo.

Te interesa:

>>Profundizando en la regeneración democrática