Es normal: hablamos de la España Negra, esa que sufrimos todos los días desde 1939.
En un país
sometido por unos políticos asquerosos, además de fascistas, los nombres
de las calles están repletas de reconocimientos a los traficantes de
esclavos.
La reina
María Cristina de Borbón, con monumento frente al Casón del Buen Retiro y
célebre parada de metro en Barcelona, en compañía de su segundo esposo,
Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, Duque de Riansares, practicó y
promovió la trata de esclavos en las islas caribeñas y tuvo
participaciones en diversos ingenios azucareros en el siglo XIX.
Leopoldo O’
Donnell, ex presidente de gobierno que ejerció la Capitanía general de
Cuba con puño de hierro entre 1843 y 1848, ordenó una cruel represión
tras una revuelta esclava en la isla. Según el cónsul británico en la
isla, por cada “pieza” desembarcada recibía 51 pesos de los negreros.
Los ingleses calcularon que debió amasar hasta 500.000 pesos durante su
estancia en la isla (el equivalente a diez millones de reales en la
moneda española de la época, una fortuna).
En el
Puerto de Barcelona se levanta un monumento en honor a Antonio López y
López, primer marqués de Comillas, que hizo fortuna con la trata de
esclavos en las Antillas.
Su hija se
casó con Eusebi Güell, mecenas de Antoni Gaudí e inspirador del
espectacular parque Güell, que a la vez había recibido una considerable
fortuna de parte de su padre, Joan Güell i Ferrer (también con un
monumento en plena Gran Vía), que se había enriquecido también con la
trata de esclavos.
Josep
Xifré, primer presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de
Barcelona (el embrión de La Caixa), también se lucró con el negocio de
los esclavos.
La familia
Vidal-Quadras (los antepasados del eurodiputado del PP, Alejo
Vidal-Quadras) participaron del mercado esclavista en el siglo XIX.
Alicia y
Esther Koplowitz, dos de las empresarias más conocidas de España, son
hijas de Esther Romeu de Juseu y Armenteros, aristócrata cubana y como
ellas marquesa de Casa Peñalver, de Campoflorido, del Real Socorro y de
Bellavista, pomposos títulos unidos a las grandes plantaciones
familiares en Cuba con cientos de esclavos.
Antonio
López y López, Marqués de Comillas, que fue el fundador del Banco
Hispano Colonial, cimentó su fortuna como negrero y dueño de cuatro
cafetales y cuatro ingenios que aprovechaba para vender sus dotaciones
de esclavos.
Pablo Epalza, fundador del Banco de Bilbao (BBVA) también amasó su fortuna con el comercio de esclavos.
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