Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 25 de agosto de 2017

¿Tan ‘necesario’ es el maltrato animal en unas fiestas populares?



hACE un par de días estaba tomando unos potes con una pareja de amigos y observé como a su cría le asustaba algo pegado en el cristal de un bar de la Plaza Nueva. Era el cartel anunciador de las corridas de toros rediseñado para la presente edición 2017. No me extrañó en absoluto: parece el cartel de una película de terror.

 

Por partes: cuando digo rediseñado lo hago porque la inesperada muerte de Iván Fandiño ha sido un luctuoso episodio sobrevenido, lo que me hace suponer, por meras fechas y por una lógica previsión, que ya existiría un cartel anunciador elaborado con antelación por el mismo autor o -no creo- por otro.


Tampoco podemos saber (aunque se ha intentado) lo que ha cobrado el pintor, si en esta ocasión ha debido elaborar dos carteles o si se convocó un concurso abierto, de igual manera que se hace cuando se convoca para los carteles anunciadores de Aste Nagusia, carnavales, etc.


No todo puede ser perfecto y, otro año más, hay que poner un punto negro a lo que los aficionados a la tauromaquia llaman “Grandes Corridas Generales” y, los que no lo somos, llamamos “gran vergüenza de exaltación del maltrato animal”. Bilbao es una ciudad moderna gracias a un trabajado y logrado esfuerzo.


Así, tenemos el punto más que positivo (del que nos sentimos enormemente orgullosos) y el punto negativo (que a muchos ciudadanos nos entristece e, incluso, nos puede llegar a avergonzar). No es ni medio normal seguir realizando este tipo de actividades lúdicas en pleno siglo XXI y mucho menos lo es observar como nuestra principal institución local coparticipa en la Junta Administrativa de Vista Alegre.


Procede una mínima reflexión. Tampoco se trata de prohibir por prohibir. No me gusta eso de disponer de un poder para vetar lo que no me gusta e incentivar lo que me gusta o lo que, electoralmente, pueda llegar a beneficiarme.


 La declaración de la tauromaquia como Bien de Interés Cultural por parte del Gobierno español del Partido Popular parece responder a ese tipo de intereses. Qué decir cuando aplican a los festejos taurinos incentivos fiscales (reducción en el tipo del IVA) pero no lo hacen con el cine, el teatro, la música o la danza. Parece que hay quienes no han perdonado, superado ni digerido aquello del famoso Clan de la Ceja.


En Bilbao podemos observar un alarde de medios para promocionar dicho “espectáculo”. En ocasiones, hemos visto tranvías forrados con publicidad taurina, páginas enteras a todo color en los principales diarios, cuñas en las principales emisoras de radio, vehículos publicitarios, anuncios en las estaciones de Metro Bilbao y en marquesinas de autobús… Incluso publicaciones impresas de gran calidad (ciertamente, subvencionadas).


 Y, eso, vale un riñón, un ojo de la cara, un pastizal o como se quiera llamar. Lo menos que se podría pedir o exigir -en aras a una mínima transparencia- serían los datos exactos referentes a semejante y desproporcionada inversión publicitaria. De hecho, deberían hacerse públicos de oficio. Pero no hay manera.
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Para muestra un botón: En relación con el LXIV Festival celebrado el pasado 9 de junio, solo encontramos un dato económico. Se informa que el Club Taurino de Bilbao efectúa un donativo de 31.471,44 euros a la Santa y Real Casa de Misericordia (que, junto con el Ayuntamiento, viene a ser la otra pata de la Junta Administrativa de la plaza de toros de Bilbao).


 Sobre ese evento nos informan que se dona el beneficio pero no se informa del balance total del festejo. No se sabe más. De hecho, para escribir estas líneas y hacerlo de una forma lo más objetiva posible, solicité el balance provisional al máximo responsable de la Junta Administrativa quien no puso objeción alguna pero, dos meses después, vino a informarme de que debía dirigirme a un determinado gabinete de prensa y, de ahí, se me remitió al Club Taurino o, directamente a la gerencia de la plaza.


 O sea, a dar vueltas para no conseguir nada. En realidad, no deja de ser otra forma de llevar a la práctica el famoso “vuelva usted mañana”.


Y eso, se enfoque por donde se quiera enfocar, no es transparencia ni de lejos. Tampoco me llama la atención ya que siempre he opinado que en torno a esa plaza de toros de Bilbao existe una opacidad absoluta, seguramente, debida a una serie de intereses bastante delimitados a estas alturas de la película. Vamos, que no cuela.


Como se suele decir coloquialmente, Bilbao es un pañuelo (en muchas ocasiones lleno de mocos). Todo el mundo sabe quién es quién, dónde o para quién trabaja, quién vive exclusivamente de qué, que sagas familiares existen y se perpetúan, quién viaja de dehesa en dehesa… de jamada en jamada y otras cositas por el estilo.


No pasaría absolutamente nada si la gestión de la plaza de toros de Bilbao estuviese en manos privadas. Si diese ganancias, hace tiempo que estaría en dichas manos, pero mucho me temo que sería un negocio ruinoso. Y esto es notorio y sabido en Bilbao.


 Desde luego, con una gestión privada no iba a correr tanta invitación para intentar llenar el coso bilbaino de una forma tan artificiosa como artificial. A partir de ahí, allá cada empresario con sus inversiones. Es algo que me preocupa porque, al menos, la mitad en la participación en la plaza de Bilbao es pública y, lógicamente, me gusta saber lo que se hace con nuestro parné.


Ecuador de Aste Nagusia 2017 en Bilbao. Buena programación pensada para todo el mundo. Bilbainos y turistas. Sí, los turistas han sido, son y serán bien recibidos en nuestra villa pese a la monserga de turno de los adeptos al ‘noísmo’


En mi opinión, se debe abrir de una forma clara y honesta, un debate sobre el particular en nuestra villa (consulta incluida). Al margen de pulsar la opinión de la ciudadanía, podría llevarse a cabo algo tan sencillo como que nuestra administración local se desvinculase de una vez por todas de la plaza de toros de Bilbao.


Los antitaurinos descartamos los conceptos de arte y de cultura como una suerte de envoltorio para intentar justificar una trasnochada afición que representa a una progresiva minoría social. Si se pretende un planteamiento reduccionista alegando tradición, podríamos plantear que también lo era ver como fieras salvajes y malnutridas ex profeso se dedicaban a merendar cristianos en el Coliseo romano. Tendía a convertirse en tradición. De hecho lo fue hasta que alguien dijo “se acabó”.


 En Manganeses de la Polvorosa (Zamora), en otra brutal tradición, los quintos tiraban una cabra desde lo alto del campanario.


Fue prohibida en 2002 debido al escándalo que producía dentro y fuera de las fronteras españolas. Por citar la última prohibición definitiva hay que trasladarse a Tordesillas, donde se dedicaban a lancear a un toro y dispararle unos dardos hasta darle muerte. La ya extradición se conocía como El Toro de la Vega. Hasta el mismo dictador y genocida Franco llegó a prohibir semejante salvajada.


Los espectáculos taurinos acabarán muriendo de inanición al no existir un relevo generacional tan importante como para insuflar oxígeno. Es evidente que cada vez hay más gente que se posiciona en contra de esta barbaridad disfrazada de arte y cultura.


Las diversiones a costa de los animales van quedando atrás en una sociedad moderna, madura y formada y, en esto, los y las menores de 30 años vienen empujando con fuerza. Por otro lado, son pocos (por no decir un pequeño grupito) los veinteañeros aficionados a los toros.


De ahí la muerte por inanición en todo lo que rodea a la tauromaquia. El maltrato animal está pasando a ser algo políticamente incorrecto y los adeptos que quedan son los que apenas llenan media plaza de toros en Bilbao (cuando no un cuarto de su aforo). Progresivamente, tienden a ser menos. Es una sencilla cuestión de ley de vida.


Para intentar paliar esa falta de demanda entre las personas más jóvenes, se han ofertado abonos por 78 euros para toda la feria a menores de 26 años y entradas sueltas cuyos precios oscilan entre 9,10 a los 14,50 euros. Bueno… pues creo que ni con esas. Los resultados vienen a confirmarlo. Otra cosa es que convocasen a conciertos con esos precios tan populares pero, desde julio de 2010, parece ser que no han sido capaces de hacerlo.


Esa falta de relevo en la afición taurina se observa en distintas encuestas: A principios de los años 70, los interesados en las corridas de toros eran el 55% en el Estado español, en los años 80 este colectivo representaba un 50%, mientras que en los 90 las cifras de aficionados se desplomaron, situándose en torno al 30%. Según una encuesta de Gallup (2002) un 68,8% no mostraba ningún interés por la fiesta nacional. En 2006, según un sondeo de Investiga, el 26,7% de las personas encuestadas afirmaban estar algo o muy interesadas en las corridas.


 El perfil de los aficionados era en su mayoría masculino (un 33,5% de los varones encuestados afirmó interesarle los toros) y de más de 45 años, alcanzándose el máximo interés entre las personas de 65 y más años, con un 41,1% .


 El 72,1% de la población sondeada afirmaba no tener interés por los espectáculos taurinos. Este desinterés lo mostraron mujeres (78,5%) y personas con edades comprendidas entre 16 y 24 años (81,7%). En 2009 un 67% de la población no mostraba ningún interés (en Euskadi se elevaba a un 77%). En 2013 los aficionados a los toros rondaban el 23% y en 2015 no alcanzaban el 21%.


No ha habido toros en la Virgen Blanca (no debido a prohibición alguna por parte del Ayuntamiento de Gasteiz sino a una evidente falta de interés que no hace rentable la plaza para ninguna empresa). En Donostia se prohibieron los toros en la etapa de Gobierno de EH-Bildu pero este año sí los ha habido y los resultados (a falta de balance definitivo) son los que son: un fiasco en toda regla.


En Bilbao, la cuestión se puede plantear de la siguiente manera: ¿se va a poder opinar o se va a optar por quedarse de brazos cruzados hasta que no se llene ni un cuarto de Vista Alegre y no se pueda hacer frente a sus gastos más básicos? Conviene recordar que nuestro alcalde declaró en agosto de 2015 que “Bilbao tendrá toros si la ciudad quiere que los tenga”. A la vista de los sondeos, me temo que la villa no quiere toros. Y es que no hay mejor manera para saber algo que sondeando y no hay mejor forma para tomar decisiones que consultando.


 Por Iñigo Landa


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