El abuelo, el tío, el amigo de los papás, papá
El abuelo, sí el abuelo. Cuando la lleva al parque,
cuando la ayuda a subir las escaleras del tobogán, ahí abajo. El abuelo
en la casa del pueblo o en la de la playa. El abuelo que le da las
buenas noches.
El abuelo que es bueno, que es el padre de mamá o de
papá, que es el que manda, con su genio, con su ternura para la niña, Mi nieta favorita. Y al abuelo hay que obedecerle, como al tío.
Las pinzas de los cangrejos en el sueño empapan la almohada y
la llenan de algas que apestan y los pelos duros de las arañas trepan
por los muslos flacos.
Las braguitas en las rodillas.
El 35,4% de las mujeres que han sufrido
violencia sexual en España no lo denuncia porque "era menor/era una
niña". Es la razón principal de las mujeres para no denunciar. Está por
delante de cualquier otra (vegüenza, miedo al agresor, desconocimiento,
porque aún no ha terminado la violencia, por ser extranjera...).
Y el amigo de los papás, en la casa del pueblo o de
la playa, sentada en sus rodillas, sí, el amigo de los papás, que es el
que más mola, el que tiene el barco, o el que nos lleva a la playa.
En
la cocina, el amigo de los papás, que es el que prepara y sirve los
cócteles, el que dice Pero qué guapa te has puesto. Ni se le ocurriría decirle algo a los papás (¿qué, además, decirles qué?), encima que la invita a pescar.
Dicen que las ortigas escuecen. Un campo de ortigas dentro de la
cabeza sin sueños. El temblor, saber que tras las ortigas está la casa
de la bruja, el ogro, el lobo y todas las bestias ortiga del mundo.
¿Dónde ha quedado el bañador?
El 40,2% de las mujeres que no denuncian
violación en España es porque "era menor/era una niña". Se trata de la
segunda razón principal, solo una décima (40,3%) por detrás de las que
afirman no haberlo hecho "por vergüenza, apuro, porque no quería que
nadie lo supiera".
Y el papá de la mejor amiga. Hoy te quedarás a dormir en casa de Laura.
El papá de Laura que al fin y al cabo es otro papá y a los papás hay
que obedecerles, como a los abuelos, como a los tíos, como a los
profesores, como a los entrenadores, como a los curas.
El papá de Laura,
que la ha visto crecer, y solo faltaría perder la amistad de la mejor
amiga por las cosas que pasan y que no son del colegio ni de jugar.
Piensa en cristales rotos, piensa en cristales rotos, piensa en
cristales rotos, rompe una botella. De la grieta negra que se abre allá
por la noche, la que no tiene fondo, sale un vapor que hace llorar.
El top que aún no tiene nada que sujetar.
En el caso de las violaciones, el
porcentaje de mujeres que han sido violadas por un desconocido en España
es de sólo el 18,8%, lo que implica que la mayor parte de las
violaciones son de hombres que la mujer conocía de forma previa a la
agresión.
Y papá, claro, papá, que es el que la cuida, el que
la acuna, el que siempre ha estado ahí para tomarle la temperatura. A la
hora de dar las buenas noches, a la hora de salir de la bañera, a la
hora de la hora de papá.
Papá que es quien se preocupa de que todo vaya
bien, de los deberes y las notas, de que se porte bien en cada momento.
Papá, que es a quien hay que obedecer por encima de todo.
Si te muerde un tiburón te arranca un brazo y luego puede morderte
otro tiburón y te arranca otro brazo y una no puede nadar con dos
muñones, pero cómo va a conocer ella la palabra muñón, tan de mayores.
En España, el 40,4% de las mujeres
declara haber sido acosada alguna vez: 8.240.537 mujeres. Una de cada
cuatro violadas no lo contó a nadie en su entorno cercano.
Parece que la chavala nos ha salido muy puta, parece
que bebe, sus amigos se drogan, y ella también debe de drogarse,
seguro, mírala qué pinta lleva, no hay que le hable, a esta no la
recuperamos.
No hay explicación para todo eso, no dé de dónde nos ha
salido… ¿Por qué tiene que pasarnos esto justo a nosotros?
En España, el 27% de las violadas han consumido sustancias para afrontarlo. El 80% lo sufre más de una vez.
La Macroencuesta que acaba de presentar la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género (Ministerio de Igualdad) retrata una sociedad gravemente enferma.
Entren AQUÍ en el documento completo y echen una ojeada. Hasta que no quieran seguir sabiendo.
Y entonces, sigan.
Tras leerla entera varias veces, las niñas emergen sobre esa montaña
en descomposición como frutos heridos por dagas herrumbrosas, caídos y
vueltos a sajar.
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