El extesorero siempre amagó con tirar de la manta si Rosalía Iglesias entraba en prisión y ahora con la 'comisión Kitchen' tiene el altavoz perfecto
El fallo del Supremo en el que confirma 12 años y 11 meses de cárcel para Rosalía Iglesias (pese a que la Audiencia Nacional la había condenado a 15 años y 1 mes) aboca a la mujer de Luis Bárcenas a entrar a la cárcel, un viaje que ya logró esquivar por los pelos en verano de 2018 cuando fue condenada en primera instancia.
En medios judiciales nadie duda que la Audiencia Nacional ejecutará, a ahora sí, la condena contra Iglesias, activando la posibilidad de que Bárcenas cumpla una vieja amenaza que ya lanzó hace más de una década: si su esposa llegaba a pisar la cárcel él tiraría de la manta y el PP temblaría.
Cuando en 2013 finalmente Bárcenas fue encarcelado y su mujer estaba en el punto de mira, en el Gobierno estaba Mariano Rajoy y el daño potencial que el extesorero podía infligir al partido era grande, incluso a la estabilidad institucional del país era grande, sobre todo porque Bárcenas conocía al detalle todas las tripas financieras de aquel PP que estaba en Moncloa.
Durante los nueve años de instrucción del 'caso Gürtel', la Audiencia Nacional nunca llegó a ordenar el ingreso en prisión preventiva de Iglesias, aunque la espada de Damocles pendió sobre la cabeza de un PP que seguía a los mandos del país.
Además, según avanzaban los años, la relación del partido con su extesorero si bien no mejoró, al menos no volvió a vivir momentos tan tensos como la destrucción de los ordenadores de Bárcenas en la propia se de Génova o la lucha judicial sobre su despido.
En connivencia
En la primavera de 2018 Iglesias fue condenada a quince años y un mes de cárcel por utilizar, en connivencia con su cónyuge, procedimientos para ocultar sus propias rentas y las de su esposo, ingresando una parte de ellas en efectivo en cuentas de su titularidad abiertas tanto en España como en Suiza y simulando haber obtenido ese dinero de las ventas de cuadros.
La Audiencia Nacional sorprendentemente no ordenó su ingreso en prisión a pesar de lo grueso de la pena, neutralizando así de nuevo la amenaza de Bárcenas.
Pero aquella sentencia que acabó con el Gobierno de Mariano Rajoy a cuenta de la moción de censura, a la postre también acabó por dejar casi en papel mojado la propia amenaza de Luis Bárcenas, porque con la salida de Rajoy se marcharon del partido y de la vida pública la práctica totalidad de personajes señalados en la contabilidad paralela del partido.
El Partido Popular de Pablo Casado, insiste hasta la saciedad, nada tiene que ver con las décadas en las que Luis Bárcenas estuvo en la pomada, pero las carambolas judiciales han hecho que vuelva a tener que temer el desgaste del extesorero.
Y no tanto por las novedades que pudiera aportar Bárcenas sobre hechos que ocurrieron hace casi 20 años, sino porque el exsenador, tanto si quiere como si no, va a tener en breve un altavoz privilegiado: la comisión de investigación abierta en el Congreso de los Diputados sobre la denominada 'operación Kitchen', el operativo parapolicial montado por el excomisario José Villarejo por orden del PP para espiar a Bárcenas y a su familia.
Bárcenas, con una perspectiva larguísima de prisión, y con su mujer en la cárcel, que era lo único que le interesaba evitar, admiten en el PP, es una «bomba de relojería» ante la comisión parlamentaria.
Aunque el condenado no tenga datos que aportar sobre el PP actual, sus revelaciones sobre el partido, sin duda, serían usadas como ariete por el resto del partido para desgastar a la formación de Casado.
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