Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 17 de junio de 2015

LA HIPOCRITOCRACIA


 
 
Llama clamorosamente la atención la hipocresía de los gritos. Cargos pertenecientes a un partido fundado por un ministro de Franco, colaborador de Hitler, protagonista del Holocausto, gritan contra ciudadanos por bromear sobre ese Holocausto. Y ninguneas a los Reyes Católicos, que expulsaron de España a los judíos, y es como faltarle a sus difuntos.


Se rasgan las vestiduras por un chiste lamentable sobre Irene Villa, y sus Gobiernos excarcelaron a docenas de terroristas pertenecientes a la banda que atentó contra ella. Claman al cielo por una infamia contra Marta del Castillo, pero conservan leyes que permiten a sus asesinos burlarse de la familia, de la justicia, de España entera y hasta de ellos mismos.


Lloriquean por París en la manifestación de Charlie Hebdo, defendiendo la libertad de expresión y el derecho al humor libre, pero aquí censuran portadas de El Jueves y criminalizan a Zapata por hacer un humor de baja intensidad comparado con el de Charlie Hebdo. Por chistes te acusan de racista, cuando ellos niegan la sanidad a los inmigrantes y colocan concertinas que los cortan a rebanadas, o de homófobo, cuando a homosexuales y lesbianas los ven como a enfermos –algunos lo han puesto en tuits.


Consideran traición los gritos a la bandera del mismo país que ellos han vendido a intereses extranjeros. Criminalizan a una opositora por gritar sin camiseta en una capilla, qué escándalo, ave María purísima, y sostienen que los mendigos –preferidos de Cristo-, “son una dificultad añadida para la limpieza de las calles”, y muy cristianamente los persiguen por comer de la basura o dormir al raso. Es lo que se llama hipocresía, el fingimiento de sentimientos contrarios a los que se tienen. Hipocritocracia: predominio de la hipocresía en el gobierno político de un Estado.


Estamos gobernados por hipócritas, lo sabemos, pero disponen de una panzerdivisionen mediática, caricaturesca ya, pero eficaz al cabo, ducha en aplastar con proclamas, en trivializar la infamia, banalizar el oprobio, ocultar la mierda, adoctrinar al pueblo y combatir siniestramente a quienes amenazan su buen yantar, ese que usted paga con tantísimo esfuerzo. Pero si se siente mal viviendo en esta hipocritocracia, no sea cómplice, siempre puede usted cambiar a una democracia.
 
 
 Con su voto. En sus manos está.
 
 
 
 
 
 
 

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